Piquituerto común (Loxia curvirostra) |
La Yesa es una antigua villa de la Serranía que ha pasó de ser tierra de rudos íberos a plaza que conquistó el Cid al reino de Taifas de los Banu Quasim y que, finalmente tomó Jaume I en 1236. En la actualidad es una villa de poco más de 200 valientes habitantes que se resisten a abandonar la tierra de sus antepasados ibero-moriscos. La mayor parte de ellos son jubilados, los pocos activos que quedan se dedican a la agricultura o trabajan en alguna de las múltiples minas a cielo abierto que son enormes cicatrices abiertas que degradan el paisaje de estas sobrias y elegantes tierras.
Esta población
pertenece a la comarca natural del Alto
Turia. Su término linda al norte con la aragonesa sierra de Javalambre. Este límite administrativo discurre por el
alto de erosionadas y redondeadas cumbres, la mayor es el Alto de Sancho que alcanza los 1501 m de altitud. Pertenece a la sierra del Sabinar, por desgracia en toda
la cuerda se festonean enormes generadores eólicos que rugen como gigantes, su voz
es similar a la de un motor de avión. En las desgastadas lomas crecen austeros
bosques de pinos de Pinus sylvestris, Pinus
nigra, sabinas rastreras (Juniperus
sabina) y sabinas albares (Juniperus
thurifera) que crecen sobre un suelo que es un infinito lecho de piedras
meteorizadas. Más abajo en los valles llanos de tierras calizas, sobreviven
algunos cultivos de secano.
El clima de la Serranía es tan adusto como sus
gentes, a una fugaz primavera le sigue un verano de calor seco que agosta la
tierra. Tras un breve interludio otoñal aparecen las heladas invernales que
vuelven a adormecer la vegetación.
Las aves de la Yesa son tan sobrias y resilientes como
sus gentes. En esta crónica repasaremos las pequeñas aves que en otoño sobreviven en
las alturas de su término, en las faldas del Alto de Sancho. La escasez de recursos provoca que haya bajas
densidades de pájaros, lo que dificulta su observación, pero gracias a un
aguardo fotográfico que ha montado Túria Hides se pueden espiar desde muy
de cerca. Para atraerlas solo hay que facilitarles lo más preciado para ellas,
una mínima pileta con agua permanente. Si además periódicamente les suministran
un poco de grano, alguna uva o algún tenebrio, se consigue que este sea un rincón
elegido por muchas especies, se convierte un imán para las afortunadas avecillas
de la contornada.
Herrerillo capuchino (Lophophanes cristatus) |
Herrerillo capuchino (Lophophanes cristatus)
A este pequeño alado de sólo 11,5 cm de longitud vive en los pinares, se le reconoce fácilmente por su erizado capirote. Es sedentario, se alimenta de pequeños insectos y semillas. En otoñó se convierte en un ave descarada que solo está preocupada por alimentarse. Fue la primera especie en acudir a buscar frutos o gusanos de la harina (Tenebrio molitor) que les regala el aguardo fotográfico. Llegué a observar hasta cinco ejemplares simultáneos, que bajaban al suelo, recogían un gusano y corrían raudos a refugiarse en las ramas de pino para comerlo con seguridad. Se basan en su vuelo espasmódico y nervioso, para evitar el ataque de predadores como el gavilán (Accipiter nisus).
Herrerillo capuchino (Lophophanes cristatus) |
Pinzón vulgar (Fringilla coelebs) |
Pinzón vulgar (Fringilla coelebs)
Los pinzones son un poco más grande que los herrerillos capuchinos, alcanzan entre 14 y 16 cm de longitud. Por sus costumbres son como los gorriones de los pinares. En época de cría defienden pequeños territorios mientras que el resto del año se agrupan para deambular en busca de alimento. Visten un plumaje colorido que es más llamativo en los machos, destacan sus partes inferiores rojizas. Son omnívoros pero en el escondite fotográfico desprecian los granos y no hacen mucho caso de los tenebrios. Sin embargo diferentes grupos recorrieron toda la zona de la balsa buscando alimento, incluso algunos se detuvieron a beber.
Pinzón vulgar (Fringilla coelebs) |
Alondra totovía (Lullula arborea) |
Alondra totovía (Lullula arborea)
Estas aves de 15 cm de longitud pertenecen a la familia de los aláudidos, es la misma familia a la que pertenecen las alondras, terreras y cogujadas. De ellas la totovía es la única que prefiere vivir zonas boscosas abiertas o en sus límites, por esa razón está presente en estas zonas altas de la Yesa. Se alimenta de semillas e insectos, en los alrededores del bebedero comió algunos gusanos, luego se relajó y descansó tumbada, a resguardo del fuerte viento de levante. Me llamó la atención que a diferencia del resto de aves que ante la menor señal de peligro levantaban el vuelo, las totovías plegaban su pequeña cresta, se apretaban al suelo y miraban con cara de susto al cielo. Confían que su plumaje críptico les permitirá pasar desapercibidas, si se quedan inmóviles y recostadas.
Alondra totovía (Lullula arborea) |
Escribano montesino (Emberiza cia) |
Escribano montesino (Emberiza cia)
Este paseriforme alcanza los 16,5 cm de longitud, tiene un colorido apagado que solo se torna llamativo en los machos durante la época de celo. Gustan de vivir en áreas boscosas abiertas y altas, por lo que la zona del Alto de Sancho es ideal para ellos. Entraron al comedero toda la mañana, con tranquilidad se dedicaron a engullir el grano que les proporciona un pequeño dispensador automático, evidentemente esta es una especie granívora.
Escribano montesino (Emberiza cia) |
Colirrojo tizón (Phoenicurus ochruros) |
Colirrojo tizón (Phoenicurus ochruros)
Estas aves son más propias los roquedos aunque también frecuentan pueblos y caseríos, por lo que suelen ser más conocidas. Su longitud es de 15 cm, las hembras visten colores grisáceos y los machos son negruzcos, ambos sexos destacan por lucir una zona anal rojiza que sacuden incansablemente. Se alimentan en el suelo, entre salto y salto se estiran erguidos para localizar algún pequeño invertebrado. En el hide fotográfico anduvo toda la mañana una hembra que consumió algún tenebrio y bebió un pequeño sorbo, el resto del tiempo lo dedicó a vigilar y recorrer la zona, sin alejarse mucho de ella, allí tiene todo lo necesario para pasar el invierno.
Piquituerto común (Loxia curvirostra) |
Piquituerto común (Loxia curvirostra)
Esta es un ave eminentemente forestal que suele ser difícil de observar, estos bebederos artificiales permiten poder disfrutarlos a placer. Dentro del grupo de los pequeños paseriformes estas son las aves más grandes, llegan a los 17 cm de longitud. Tienen un plumaje diferenciado por sexos y edad, los machos son rojizos, las hembras amarillentas y los jóvenes son de color gris oscuro. Se alimentan casi exclusivamente de piñones, aunque no desprecian otros frutos o insectos.
Piquituerto común (Loxia curvirostra) |
Si se tiene la posibilidad de observarlos de cerca, enseguida llama la atención la forma y el tamaño de su pico. Para poder acceder a los piñones ha desarrollado una herramienta única, es ganchudo y poderoso. Pero lo más llamativo es que las dos mandíbulas se cruzan en la punta del pico, forman una pinza que les permite abrir las escamas de las piñas para poder acceder a los piñones con la lengua. Este tipo de comida seca es abundante pero les obliga a beber frecuentemente, por lo que se acercan muchos individuos a la pequeña pileta del escondite. Llegaban en grupos nerviosos, ya que cuando beben son vulnerables al ataque de algún gavilán, beben con fruición y se marchan tan rápido como llegan.
Piquituerto común (Loxia curvirostra) |
Carbonero garrapinos (Periparus ater) |
Carbonero garrapinos (Periparus ater)
Estas pequeñas avecillas de solo 11,5 cm de longitud viven en los pinares y son sedentarias. Tienen colores oscuros en el dorso y claros en la zona ventral. En ellos destaca su cabeza, relativamente grande que tiene un marcado contraste entre su capucha negra y el blanco níveo de las mejillas y de una estrecha franja situada en la coronilla. Se alimenta de pequeños insectos que prosperan en los brotes tiernos de las píceas, complementan su dieta con piñones y otros pequeños frutos. Son unos equilibristas que deambulan en las ramas y que pocas veces bajan al suelo, pero en el comedero no dudan en bajar para recoger algunas semillas.
Carbonero garrapinos (Periparus ater) |
Carbonero común (Parus major) |
Carbonero común (Parus major)
Ave muy parecida a su primo el garrapinos pero es más grande, llega hasta los 14 cm de longitud. Se diferencia porque prefiere vivir en lugares con recursos más variados, desprecia el pinar cerrado y gusta de habitar pueblos, jardines, huertos o campos mosaicos de diferentes cultivos. Visten un plumaje contrastado entre la cabeza negra y un dorso verdoso oscuro, respecto del vientre de amarillo vivo, atravesado por una franja negra que baja del babero al vientre. Pueden comer cualquier insecto que les quepa en la boca o frutos que puedan abrir con su pico afilado, con forma de estilete. Aunque la zona donde está el observatorio no les es muy propicia, como son muy adaptables han aprendido que aquí regalan frutos, por eso lo frecuentan. Sólo entró un macho que recogió pequeñas pipas que abrió con habilidad mientras las sujetaba con sus pies.
Carbonero común (Parus major) |
Pico picapinos (Dendrocopos major) |
Pico picapinos (Dendrocopos major)
Este es el pájaro carpintero más pequeño que tenemos en el interior valenciano. Era una especie que llegó a ser muy rara pero en los últimos veinte años se ha recuperado y vuelven a abundar en nuestras campiñas. Tiene una longitud de hasta 26 cm, su plumaje es un contraste de manchas negras y blancas, a las que añade unos semáforos de rojo vivo que visten en la nuca los machos y ambos sexos en la zona anal. Para vivir eligen bosques maduros donde puedan encontrar madera muerta en la que capturar larvas, no desprecia consumir otros insectos o en la otoñada frutos secos, piñones o bellotas, que pueden complementar en primavera con frutos. En el resguardo fotográfico de la ladera entró por separado una pareja, ambos bajaron a beber con ansia y se marcharon con rapidez.
Pico picapinos (Dendrocopos major) |
Zorzal charlo (Turdus viscivorus) |
Zorzal charlo (Turdus viscivorus)
Este túrdido es el más grande de su familia en Europa, alcanza los 29 cm de longitud. Su plumaje es pardo grisáceo en el dorso en contraste con el vientre blanquecino-amarillento, salpicado de motas oscuras. Para vivir elige zonas boscosas hasta los 2000 m de altitud. Comen insectos de todo tipo, frutos y semillas. Es un ave tímida porque sufre mucha presión con la caza, por tanto es muy difícil poder observar bien. Por ello es ideal poder sentarse detrás de un espejo espía y observarlo como engulle tenebrios, sin dejar de vigilar nerviosamente su entorno. Esa mañana entraron dos ejemplares que con el plumaje otoñal estaban preciosos.
Zorzal charlo (Turdus viscivorus) |
Mirlo común (Turdus merula) |
Mirlo común (Turdus merula)
El mirlo es una de
las aves más adaptables y por tanto más abundantes. Tiene un tamaño mediano con
sus hasta 25 cm de longitud. Tiene un plumaje inconfundible de un negro
brillante que adornan con picos y ojeras de un amarillo anaranjado muy
llamativo. Pero también podemos observar ejemplares jóvenes de un exclusivo
luto y hembras con un marrón oscuro generalizado. Es una especie que además
tiene un canto melodioso que llena las noches de pueblos, jardines, campos y
bosques. Además cuando con nuestro paseo sorprendemos alguno, se levanta con un
cacareo estruendoso que delata nuestra presencia al resto de especies. En época
de cría gusta de rascar el suelo en busca de insectos y lombrices, esto incluye
que puede escarbar nuestros tiestos, desparramando la tierra y tallos por
balcones y terrazas. En otoño prefiere consumir frutos y semillas. En el aguardo
fotográfico de la Yesa no se
presentó ninguno el primer día y el segundo lo frecuentó un mínimo de cinco de
ejemplares distintos.
Verderón serrano (Carduelis citrinella) |
Verderón serrano (Carduelis citrinella)
Estas aves son similares
a los conocidos verderones y verdecillos, pero se reproducen en los límites de
los pinares, los más próximos a las
cumbres de nuestras montañas, por tanto alejadas de la vista de la mayoría.
Solo en invierno deben bajar de las crestas para encontrar alimento en nuestras
sierras y campos del interior, como los de la
Serranía o del Altiplano de Utiel-Requena.
Tienen un tamaño de 12 cm y visten una combinación de verde, gris y amarillo.
En España sobrevive el grueso de su
población mundial que también se distribuye en las zonas altas de centro Europa, buena parte de ellos vienen
a pasar el invierno a nuestras latitudes. Se alimentan de una amplia variedad
de semillas, incluidos piñones. Al aguardo solo se acercaron para beber, algún
individuo solitario o en pequeños grupos de hasta cinco individuos.
Verderón serrano (Carduelis citrinella) |
Acentor común (Prunella modularis)
Este pequeño
paseriforme es un amante de la espesura, no le gusta quedar expuesto al sol,
prefiere pasar desapercibido en la sombra. Tiene hasta 14 cm de longitud y su
plumaje es una mezcla críptica de tonos marrones y un azulado grisáceo,
salpicado de motas oscuras, por tanto es ideal para camuflarse en la
vegetación. En nuestra zona es un ave exclusivamente invernante que llega desde
los países centroeuropeos, las aves reproductoras del norte de la Península Ibérica son sedentarias. Es
un ave insectívora que en el escondite fotográfico consumió algún tenebrio pero
prefería deambular por el suelo al amparo de los romeros en busca de pequeños
insectos, aunque también se acercó a beber, eso sí en la sombra. ¡No es amigo
de los focos!
Acentor común (Prunella modularis) |
Este es un pequeño resumen de dos jornadas otoñales escondido en el aguardo observando y fotografiando aves, el 23 de octubre y el 4 de noviembre de 2022. Es muy recomendable acceder a uno de estos hides fotográficos para poder observar y fotografiar las tímidas aves de nuestros bosques y montañas. Si el naturalista es capaz de olvidarse de las aves raras o de las grandes y espectaculares, si el aficionado a la fotografía relega el estrés de conseguir la foto ideal, de la especie magnífica, con la pose y el fondo soñados, es cuando el amante da la naturaleza puede disfrutar de la cercanía de unas aves que aunque generalmente son comunes, también son esquivas. Sentado en silencio se puede admirar con detalle desde la belleza del plumaje críptico de la totovía, la espectacular cresta del capuchino removida por el viento, hasta los movimientos nerviosos de un zorzal.
Estos son solo pequeños ejemplos de los innumerables detalles con los que podría extender esta crónica,
intentado describir la belleza de las aves comunes del interior valenciano,
pero como estamos en tiempos de imágenes impactantes y poca prosa, será mejor
dejar aquí este pequeño relato ilustrado. Solo me resta dar las gracias a Salva Llavata y a Raúl de Turia Hides.
Referencias
y bibliografía:
Mateo, G., Gómez, C. (2003). “Adiciones al
catálogo de flora de las comarcas valencianas de los Serranos y Ademuz, I.
Flora Montiberica 24: 19-26 (IX-2003)
https://rua.ua.es/dspace/bitstream/10045/121337/1/CuadBio_62_01.pdf
Texto y fotos de Rafa Muñoz, 2022.
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