PABLO RUIZ
El pasado lunes 26 de mayo, en un breve paseo matinal por los
campos de la pedanía de El Rebollar (Requena), se detectó la presencia de al
menos un macho de calandria común (Melanocorypha
calandra) cantando en un hábitat adecuado para su reproducción.
Posteriormente han sido detectados al menos tres ejemplares. Es posible que la
escasa altura que alcanza este año el sembrado debido a la falta de
precipitación haya favorecido el asentamiento de esta especie.
Calandria cantando desde un posadero.
Foto: Pablo Ruiz
Hasta la fecha, en la comarca de Requena-Utiel se conocía la
reproducción de la calandria en los llanos de Camporrobles (principal población
comarcal), y algunos datos de reproducción aislada en Las
Monjas y en las proximidades de Casas del Río. En el Rebollar se contaba con la
observación, hace unos años, de un individuo invernante en compañía de alondras; época en la que también ha sido detectada cerca de Casas de Eufemia.
Las calandrias pertenecen a la familia de los aláudidos
(Alaudidae): unas aves características de los hábitats esteparios, herbazales y
zonas de cereal abiertas. Las distintas especies de aláudidos se parecen mucho entre sí,
y presentan una serie de particularidades anatómicas como plumajes y capas modestos
del color de la tierra, dado que no les interesa llamar la atención de sus
depredadores, puesto que viven en un medio con pocos lugares donde esconderse; dedo posterior con uña larga y recta, ya que caminan por el suelo, a pasitos
cortos, ágiles y rápidos, en lugar de a saltos como lo hacen otros paseriformes
más arborícolas para ir de rama en rama.
Lámina ejemplo de algunas especies de aláudidos.
Guía de aves de España, Europa y región mediterránea. Svensson et al. 2010.
Las calandrias son más grandes que las alondras (Alauda arvensis, la especie que da
nombre a la familia), de trino más poderoso y adornadas con una corbata negra,
el único tono conspicuo que se permiten en el plumaje. Los machos de ambas
especies comparten un característico comportamiento durante la época
reproductora: cantan desde lo más alto, como colgados del cielo, mientras la
hembra incuba en el suelo o atiende la nidada. De esta manera tratan de atraer
a otras hembras que puedan no estar cubiertas todavía, a la vez que comunican a
otros machos que el territorio que tienen debajo está ocupado. Pero hay otro
motivo más dramático: de esta manera llaman la atención de los depredadores
especializados en darles caza al vuelo, empleándose como señuelos vivientes
para atraer sobre sí su ataque y librar a su descendencia. Este hecho aporta
dinamismo al proceso evolutivo, puesto que los machos adultos, una vez han
transmitido su caudal genético a las hembras para dar paso a la siguiente
generación, ya habrán cumplido su función como especie. Además, aquellos que
consigan librarse de los ataques, serán los mejor adaptados y podrán volver a
transmitir sus genes a nuevas generaciones la próxima primavera.
Su espectro alimentario está adaptado a la ecología de la
estepa. Coincidiendo con la época primaveral del auge de insectos, los
aláudidos se vuelven prácticamente insectívoros: es la época de mayor
requerimiento proteico puesto que necesitarán energía para los cortejos,
producir los huevos, alimentar a sus polluelos y realizar la muda del plumaje.
El resto de año se comportarán como granívoros o herbívoros. Un matiz
característico de los animales fitófagos (granívoros o herbívoros) es su
gregarismo. Se agrupan en rebaños o bandadas puesto que el alimento vegetal
nace por doquier, ya que es un alimento estacional por el que no necesitan
competir; mientras que los depredadores son territoriales. Cuando se inicia la
época nupcial, los aláudidos dejan de ser granívoros para volverse insectívoros
y se hacen territoriales, expulsando cada macho a los otros de su territorio,
igual que lo haría cualquier otra ave insectívora; mientras que cuando llegue
el otoño y los insectos desaparezcan, se volverán granívoros y se agruparán en
grandes bandadas.
Ilustraciones de calandria común.
Guía de aves de España, Europa y región mediterránea. Svensson et al. 2010.
NOTA: Buena parte de este texto reproduce las palabras que D.
Félix Rodríguez de la Fuente pronunciara en su programa radiofónico La aventura de la vida; concretamente en
el capítulo titulado “Las alondras”,
emitido el 8 de enero de 1976 por Radio Nacional de España. Se puede volver a
escuchar en este enlace.
PABLO RUIZ
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