Grandes águilas y malos aviadores

 


21 de marzo de 2021, amanece despejado y ha caído una pequeña helada, solo hace un grado. Me dirijo a la zona que voy a recorrer hoy, en el término de Requena, València. Aparco en una pista, me abrigo, cojo el macuto con la cámara réflex, el cuaderno de campo y los prismáticos, hoy haré un recorrido paralelo al río Magro.


Pico picapinos (Dendrocopos major)

En una chopera donde da sol oigo el tamborileo de un Pico picapinos (Dendrocopos major), le responde otro más lejos. En las primeras horas las aves están muy activas, encuentro un bando de Pinzón vulgar (Fringilla coelebs), baja al suelo junto a una Lavandera blanca (Motacilla alba) que camina agitando su larga cola en medio de un sembrado. En lo alto de un almendro en flor canta un macho encelado de Serín verdecillo (Serinus serinus), al lado se posa un Pardillo común (Linaria cannabina mediterranea).

Camino hacia el este, con el sol de cara, no es muy apropiado para observar aves pero para llegar donde me he propuesto no tengo otra opción. La pista sigue paralela al río y cuando me acerco al cauce escucho el canto de un Cetia ruiseñor (Cettia cetti), en un zarzal próximo descubro soleándose una pareja de Escribano soteño (Emberiza cirlus).


Curruca cabecinegra (Sylvia melanocephala)

Por la pista pedregosa siguen apareciendo las aves comunes de estas campiñas mediterráneas, un Jilguero europeo (Carduelis carduelis)Colirrojo tizón (Phoenicurus ochruros), Carbonero común (Parus major) Curruca cabecinegra (Sylvia melanocephala).

Desaparecen los cultivos porque el valle se estrecha, en la ladera oeste crece un espeso pinar, en el este hay un pequeño roquedo. En el bosque se oye el grito áspero de un Arrendajo euroasiático (Garrulus glandarius). Pasa volando una Golondrina común (Hirundo rustica) que acaba de llegar de la invernada y descubro un Gorrión chillón (Petronia petronia).


Petirrojo europeo (Erithacus rubecula)

Con el bosque cambia el tipo de aves, cuesta descubrirlas pero gracias a sus reclamos de contacto se pueden encontrar al amparo de las copas de los pinos. Descubro Herrerillo capuchino (Lophophanes cristatus), Mito común (Aegithalos caudatus) y Mosquitero común (Phylloscopus collybita). En el río hay una pareja de Lavandera cascadeña (Motacilla cinerea) y un simpático Petirrojo europeo (Erithacus rubecula).

Me cruzo con una familia que van de pesca, debe ser una excusa para salir al monte porque hacen demasiado ruido y los peces son muy tímidos, lo peor es que espantan un Zorzal común (Turdus philomelos) que tenía a tiro de mi objetivo. Sin embargo el escándalo que hacen los chiquillos es música comparado con estruendo que anuncia la llegada de un ultraligero que vuela muy bajo sobre el valle.


Águila perdicera (Aquila fasciata), Rutherford

Del alto rocoso se levanta un macho de Águila perdicera (Aquila fasciata), se llama Rutherford, es un adulto que marcaron el 3 de junio de 2019, con anilla de lectura a distancia de PVC, con el código 394. Desde 2017 Conselleria lidera un proyecto que entre otros objetivos pretende marcar para su seguimiento las grandes águilas de Requena-Utiel y del Valle de Ayora. El escandaloso avioncillo pasa justo por encima de donde se esconde el nido y levanta a Rosalind, la hembra que se marcó con anilla 393 el 3 de junio de 2019.


Ultraligero EC-ZRP molestando águilas en Requena

Es de insensatos sobrevolar estos cantiles, más cuando en el aeródromo del Rebollar les pide que eviten esta zona, es peligrosa porque hay grandes águilas y hay peligro de choques, además son especies en peligro de extinción que están en plena época de reproducción. 

Es inconcebible Conselleria y Aviación Civil no hayan conseguido declarar la exclusión aérea de estas sierras. Mientras la burocracia se decide a actuar, desde estas líneas pido sentido común a los aviadores. 


¡Por su seguridad y por la protección de aves muy sensibles, eviten volar por los cortados rocosos del río Magro!


Águila perdicera

28 de marzo, me ha despertado un sonido familiar que añoraba, en una chopera a las afueras de Requena canta un Autillo europeo (Otus scops), es otro recién llegado del sur. La mañana amanece despejada y fresca con 3°, yo me dirijo a una sierra próxima para apostarme en una ladera boscosa. Enfrente a 750 metros hay un cortado rocoso donde se reproduce una pareja de Águila real (Aquila chrysaetos homeyeri). Monto el telescopio terrestre y compruebo que el nido que ocupan habitualmente está vacío. Me cuesta casi una hora pero al final descubro que este año han elegido una gran cueva en otro lugar. 

Esta pareja tiene un significado especial para mí, la conozco y sigo desde 1992, nada menos que 29 años. En todo este tiempo las he visto innumerables veces y he podido comprobar los progresos de buena parte de sus hijos. Esta pareja la forman la hembra adulta Gaia que anillaron el 3 de octubre de 2020 y el macho adulto Galileo, este lleva una anilla de PVC con el código OF, lo marcaron el 3 de septiembre de 2020.


Águila real (Aquila chrysaetos homeyeri), macho Galileo

Las primeras horas de la mañana tienen poco movimiento de aves debido al fresco, solo se ve un bando de unos 60 ejemplares de Vencejo real (Tachymarptis melba) que también acaban de llegar de África. Ahora se alimentan y se persiguen, es una ceremonia de cortejo ruidosa que llena todo el valle con sus chillidos agudos. 

A las 11 de la mañana descubro que Galileo ha levantado el vuelo y se aleja de la zona de cría, debe ir a cazar. La hembra Gaia sigue inmóvil recostada en su cámara de cría, sobre un enorme montón de ramas secas. Forzando la vista en el ocular descubro que mueve ligeramente la cabeza siguiendo el vuelo de algún Avión roquero (Ptyonoprogne rupestris) que pasa cerca.


Águila real

Me encuentro bastante lejos del aeródromo del Rebollar, a lo lejos una avioneta realiza picados y vertiginosos remontes, exige revoluciones a su motor y el ruido desagradable llega hasta este rincón que debería ser sagrado. Nuestra especie se expande por el territorio como una marea de negro petróleo, ocupamos cualquier rincón y nos olvidamos que no estamos solos, otros seres vivos intentan vivir tranquilos y sacar adelante a sus familias, algo que cada día es más difícil.


Azor común (Accipiter gentilis) 

Retiro la vista para volver a mirar con los prismáticos y descubro que entra en escena un Azor común (Accipiter gentilis) adulto. Ha pasado muy cerca de mi posición y no me ha visto, él está pendiente del bando de Vencejo real, va a probar suerte para ver si puede desayunar. Atraviesa el valle como una sombra silenciosa, cuando llega sobre el río los vencejos que le han visto desaparecen. El poderoso azor remonta el vuelo aprovechando una corriente de aire térmica y desparece con resignación para volver a apostarse en la espesura, esperando una presa más propicia.


Vencejo real (Tachymarptis melba) 

Vuelvo a mirar por el telescopio y descubro en el nido que el águila Gaia se ha marchado, ha abandonado la plataforma. No es normal porque en este momento sus huevos son muy delicados. 

Atrae mi atención un grupo de Paloma torcaz (Columba palumbus) que vuela río abajo y se cruza con una Paloma zurita (Columba oenas) que se posa en un peñasco cercano al nido. Cuando vuelvo a mirar por el catalejo descubro que el macho Galileo está recostado sobre los huevos, sólo ha sido un rápido relevo en la pesada tarea de incubar y me demuestra lo sigilosas que son estas aves para no delatar la ubicación de sus nidos, pensar que la hembras que son la más grandes pueden llegar a medir hasta 230 cm de envergadura.


Aguilucho papialbo (Circus macrourus)

En el fondo del valle vuelan otros recién llegados del sur, es un grupo de Avión común (Delichon urbicum). Intuyo un movimiento cercano, algo grande ha pasado delante de mí, muy cerca. Levanto la vista y veo una rapaz mediana, planea dirección norte, la veo espaldas ¡es muy clara! Cojo la cámara y solo me da tiempo a disparar cinco fotos. Compruebo en el visor que parece un aguilucho, lo más seguro es que sea un macho de Aguilucho pálido. Esa noche al descargar las fotos en el ordenador descubro que lo que había fotografiado era un macho de adulto de Aguilucho papialbo (Circus macrourus). Debe ser la primera cita comarcal de esta especie que hasta 2015 era considerada una rareza en España


Aguilucho papialbo (Circus macrourus)

Vuelvo la vista al ocular mientras oigo el chillido familiar de una Chova piquirroja (Pyrrhocorax pyrrhocorax), esta pareja también es otra vieja conocida. Lo que veo en el nido hace que me olvide del córvido, en la plataforma está la poderosa Gaia de pie, el macho Galileo sigue tumbado incubando. La reina camina despacio sobre el ramaje del nido y se pone detrás del macho, él sabe lo que eso significa. Se levanta con toda la delicadeza del mundo, con un poderoso aleteo se lanza al vacío y desaparece volando. La señora se tumba con el mismo cuidado del que ha hecho gala su consorte, hay que dar calor a los huevos sin tardanza y esperar una pronta eclosión.


Sierra en Requena

La mañana ha pasado volando, es medio día y tengo que regresar. Recojo la cámara, el telescopio, trípode y prismáticos, los pongo dentro de la mochila y me marcho. Salgo del bosque y llego a una pista que sigue la cuerda de esos cerros, camino despacio mirando al cielo, estamos en paso migratorio y estos días hay que estar atento porque se puede ver cualquier cosa.


Abejero europeo (Pernis apivorus)

No tardo en descubrir un macho adulto de Abejero europeo (Pernis apivorus), coge una térmica y se eleva en círculos para seguir viaje al norte. Los machos tienen mucha prisa por llegar a sus territorios de cría y evitar que algún joven nervioso se lo intente apropiar. Cuando lo pierdo de vista descubro que un Gavilán común (Accipiter nisus) aprovecha esa misma corriente de aire caliente para ganar altura. 

¡Finaliza otra gran jornada disfrutando de la vida salvaje en la comarca de Requena-Utiel!

 

Gavilán común (Accipiter nisus) 

Texto y fotos de Rafa Muñoz




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