10 de abril.
El 10 de abril regresé al Rincón de Ademuz y
mi primera parada fue la barraca de Andrés, en Casas Bajas, después de recorrer
buena parte del Rincón no he encontrado ninguna más grande ni en las zonas
limítrofes de Moya. Sin duda tiene méritos de sobra para ser protegida y
señalizada en condiciones como elemento señero de nuestro patrimonio
etnológico. En los alrededores la vida bulle y como mejor prueba un macho de curruca tomillera (Sylvia
conspicillata) cantaba marcando su territorio, por la zona además había alcaudón
común (Lanius senator), collalba gris (Oenanthe oenanthe) y collalba rubia (Oenanthe
hispanica) además de curruca rabilarga (Sylvia undata).
Continúe el paseo hasta dar con un aljibe de
piedra seca y en la zona había un recién llegado cuco (Cuculus canorus) que cantaba
y soló calló cuando observó un gavilán común (Accipiter nisus). Una vez pasado
el peligro volvieron los cantos del resto de especies, todas tienen prisa por
encontrar pareja y empezar la reproducción como la alondra común (Alauda
arvensis), la alondra totovía (Lullula arborea) y varios ejemplares de escribano
triguero (Emberiza calandra). Entre almendros, campos baldíos llenos de piedras
y alguna tabla de cereal pude observar carbonero común (Parus major), corneja
negra (Corvus corone), estornino negro (Sturnus unicolor), perdiz roja (Alectoris
rufa) y tarabilla común (Saxicola torquatus).
Después me acerqué a La Horca que es el
último cerro una vez finalizada la meseta de El Pinar a 1.100 m.s.n.m.
erosionada por el río Turia, la rambla de Negrón y el río Vallanca. La vista es
impresionante y permite cubrir una amplia zona en la que poder buscar aves con
la ayuda del catalejo terrestre. Desde allí pude observar avión común (Delichon
urbicum), 3 buitre leonado (Gyps fulvus) y un halcón peregrino (Falco
peregrinus) sobre Los Santos.
Texto y fotos de Rafa Muñoz.
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