El águila perdicera, una joya en peligro




Vi mi primera Águila perdicera (Aquila fasciata) en 1986 y me maravilló el diseño de su plumaje ventral, muy pronto aprendí que esta especie era una de las joyas orníticas que tenemos en el País Valencià. Varios nombres identifican a esta especie, águila-azor perdicera, águila de Bonelli o simplemente perdicera pero todos se refieren a la misma ave rapaz. Las aves de presa son grandes cazadoras y en la península Ibérica destaca un trío de ases, son las tres grandes águilas, el águila real (Aquila chrysaetos), el águila imperial (Aquila adalberti) y el águila perdicera. De ellas la perdicera es la más pequeña, la que tiene el plumaje más claro y un vuelo más ágil gracias a sus alas cortas, anchas y redondeadas. Tiene unos largos tarsos y unas garras enormes que están equipadas con un arma letal, con unas afiladas uñas que le permiten atrapar rápidos conejos y liebres en el suelo así como aves medianas y rápidas que atrapan en vuelo.





La Perdicera en España

La perdicera ocupa cañones fluviales entre los 30 y los 700 msnm (Real et al., 2013; Román et al., 2005; Parellada et al., 1984). Los adultos regentan grandes territorios de más 3.000 hectáreas o lo que es lo mismo de unos 10 km de diámetro (Mateache, P. 2005). Eligen zonas con dominancia del monte bajo (Rico-Alcázar et al., 2001) donde abunde el mosaico de vegetación (Sánchez-Zapata et al., 1996; Sánchez-Zapata y Calvo, 1999). Ubican sus nidos en cortados rocosos e intercalan sus territorios con los del Águila real. Las perdiceras ocupan los cortados más pequeños y próximos a las zonas humanizadas (Gil-Sánchez 1994 y Gil-Sánchez et al. 1996) mientras que las águilas reales escogen los cortados rocosos más grandes y más alejados de las zonas antropizadas (Real y Hernández-Matías, 2012; Ontiveros, 1999; Rico-Alcázar et al., 2001; Román et al., 2005; López-López et al., 2006).




La perdicera se alimenta principalmente de conejo (42,6%; 30,8%), de palomas (39,0%; 24,1%) y de la perdiz (3,8%; 4,6%), el primer porcentaje se obtuvo en la provincia de Alicante (Rico et al. 1990) y el segundo en Catalunya (Real, 1987).




En España se estimó que había una población de perdicera de 500 parejas en la década de 1970, en 1986 se estimó entre 600 y 700 pp, en 1990 entre 679-755 pp. En el año 2000 se redujo a entre 658–721 pp. Para el periodo 1999-2002 se estimó que había entre 733–800 pp. Otra estimación para el 2002 apuntaba a una población de entre 650-713. Uno de esos mismos autores aumentaba la estima en el año 2005 a 733 -768 pp., y al año siguiente un censo impulsado por el ministerio apuntaba que quedan 776 parejas. Otros autores indican que desde la década de 1990 se ha producido una reducción de entre el 20 y el 50% de los territorios de cría, lo que sí está documentado es que la perdicera ha desaparecido como reproductora en seis comunidades autónomas. (Garzón 1975, Equipo de águila real y perdicera 1986, Arroyo et al 1995, Censo Ministerio Medio Ambiente y Comunidades autónomas 2000, Madroño, A. e., al 2004, Marti, R.  Moral, J.C. 2004, Del Moral, J.C. 2006, Censo Ministerio Medio Ambiente y Comunidades autónomas 2006, Real, J. in Madroño, A. et al. 2004).




El declive de las poblaciones de perdiceras ibéricas provocó la modificación de su estatus en el Catálogo Español de Especies Amenazadas cambiando su  categoría de protección de “De interés especial” a “Vulnerable” en el Real Decreto 139/2011, de 4 de febrero.




Los machos y las hembras presentan un mismo comportamiento, no hay diferencia en las fechas de emancipación, ni en la elección de las áreas de concentración durante la juventud ni en el retorno a sus áreas de origen. Las perdiceras jóvenes empiezan su periodo de independencia en torno a los 9 meses de vida, se alejan del territorio natal y se desplazan siempre a las mismas zonas de dispersión pero parece que cada población tiene las suyas propias. La mayoría de las andaluzas y murcianas no suben a la meseta, las perdiceras alavesas se quedan en el norte de Castilla-León y las perdiceras que se han reintroducido en Mallorca después de su extinción en 1970 no han abandonado nunca la isla.






La Perdicera en el País Valencià

El tamaño de las poblaciones de perdiceras valencianas se estimó en 130 parejas en la década de 1980 (Marti, R. y Del Moral, J.C. 2004) pero en 2016 quedaban solo 69 parejas reproductoras que bajaron a 65 en 2018, de ellas 13 fracasaron en la crianza y volaron un total 82 pollos con lo que el éxito reproductor de ese año fue de 1.26 pollos/pareja.




Analizando las fluctuaciones de población se pueden identifican diferentes etapas respecto a la evolución de su población y las afecciones de las perdiceras de la provincia de Castelló que en buena medida se pueden extrapolar al resto de la población valenciana. En la década de los 70 hubo una etapa marcada por la mortalidad a causa de persecución directa, hasta 1985 hubo un periodo de estabilidad, pero del 85 al 95 se produjo otro gran declive poblacional. De 1995 al 2006 de nuevo se produjo una etapa de estabilidad que se apoyó en una tasa de reproducción del 38,46%. En 2012 se volvió a otro periodo crítico de pérdida de territorios a causa del aumento de muertes de adultos, del expolio de nidos y de unas tasas de reproducción muy bajas. (Bort J., et al. 2012).




Estos datos de reducción poblacional contrastan con la opinión de los técnicos de la administración valenciana, que apuntaban que en la Comunitat había en el año 2005 entre 101 y 107 parejas y solo reconocían una reducción de entre 9 y 10 parejas respecto a los datos históricos de los que dudaban (Mateache, P. 2005).







La gran mortalidad de la especie es crítica en el periodo de dispersión de los juveniles que abandonan el área de cría para concentrarse en zonas más humanizadas con abundancia de alimento y donde no hay adultos, en esta etapa de su vida las perdiceras no son territoriales y toleran la presencia de otros congéneres. Gracias al radio seguimiento de pollos marcados con dispositivos GSM se sabe que las perdiceras valencianas  juveniles se concentran en llanos de Albacete, en el sur de Murcia así como en la zona de Toledo donde además se ha comprobado que hay una gran mortalidad por electrocución y envenenamiento.






Las perdiceras del hide de Turiahides

En mis salidas por las montañas valencianas había coincidido 98 veces con esta especie que siempre había visto volando o posada en algún cortado lejano. Muy pocas veces había tenido la suerte de verlas de cerca y los encuentros siempre habían sido fugaces. A pesar de haber participado en el seguimiento de la reproducción de la especie en la comarca de Requena-Utiel mis visitas se habían realizado a distancia, con la ayuda del telescopio terrestre para evitar molestias y siempre habían sido
estancias fugaces.



Tenía muchas ganas de disfrutar de esta especie más de cerca, quería ver los detalles de su anatomía y poder hacer alguna foto decente con la que ilustrar mis crónicas. Sabía que Salva Llavata y su empresa Turiahides (https://www.turiahides.com/) tenían desde hace años un escondite en La Serranía donde se podían hacer fotos de la especie así que me anime a llamarle y concertar una cita.

El 12 de noviembre llegó el momento esperado, a las 8 de la mañana llegué a Casinos, allí me recogió Mario López y nos acercamos a una montaña de la comarca vecina, La Serranía. Nada más salir del coche ya teníamos cicleando encima una pareja de Águila perdicera que estaba marcada de cerca por un celoso Cernícalo vulgar (Falco tinnunculus).




Me acomodé en el pequeño y acogedor escondite mientras Mario dejó el cadáver de una Liebre ibérica (Lepus granatensis) que días atrás habían atrapado los podencos de un cazador y por tanto estaban libres del temible plomo de los cartuchos. Los predadores al comer una presa abatida por disparo suelen ingerir los perdigones de plomo y este se absorbe por el organismo, se acumula y cuando los niveles de plomo en sangre superan los 8-10 mcg/dl se provoca una intoxicación que conduce a la muerte por plumbosis. La gravedad de este problema es de grandes proporciones ya que España hay unos 1,5 millones cazadores que disparan unos 200 millones de cartuchos al año y esparcen cerca de 6.000 toneladas de plomo (Guitart y Thomas. 2005). Los perdigones permanecen en el suelo unos 300 años antes de descomponerse, se acumulan sobretodo en zonas acuáticas con mucha presión cinegética como l'Albufera de València y el Delta del Ebro, allí se ha detectado una media de 2,5 millones de perdigones por hectárea en los primeros 20 centímetros de sustrato ello provoca según algunas estimaciones que unas 60.000 aves al año mueren intoxicadas por haber ingerido esta munición.




Mario se marchó y enseguida descubrí la pareja perdiceras posadas en un pequeño cortado justo enfrente de donde me encontraba. No pasaron más de 15 minutos hasta que una de las dos águilas se lanzó al vacío, abrió las alas y desapareció de mi vista, enseguida pasó por delante de la roca donde estaba la liebre, le dio una pasada y pasó de largo, dio la vuelta y se posó donde estaba la carnaza. Miró al cristal espía del hide durante unos segundos y se dirigió a la presa. Emocionado comprobé cuan largos eran sus tarsos, sus garras eran desproporcionadamente grandes y sus uñas eran unos enormes garfios negros, después supe que se trataba del macho adulto de esa zona que vestía un precioso plumaje blanco en el pecho y tenía unos ojos muy claros.




Empezó a desgarrar la piel de la liebre con delicadeza y comió pequeños pellizcos de carne, comprobé que su pico era potente pero no demasiado grande, el señor de estas sierras comió durante una media hora, siempre cogía con delicadeza pequeños pellizcos de carne de un rojo intenso, todo ocurría bajo una luz tamizada por algunas nubes en una mañana ventosa y fresca.



Sin aviso levantó el vuelo y se marchó para posarse en el mismo cortado del que había venido y donde esperaba pacientemente su compañera. Al llegar el macho ella levantó el vuelo con rapidez y vino directo a posarse ante la presa a medio comer, me pareció que estaba ansiosa por la espera. Mi percepción es que solo era un poco más grande que su pareja, en las rapaces las hembras suelen ser bastante más grandes que los machos, esta a diferencia de su consorte tenía las calzas muy oscuras y sus penetrantes ojos eran de un intenso tono anaranjado.




La reina de estos cerros comió con avidez bocados más grandes, los desgarró estirando con decisión mientras sujetaba el cuerpo de la liebre con una mano, se tragó una oreja entera, arrancó la cabeza y la levantó, parecía calcular si podría tragarla de una vez pero desistió y siguió comiendo durante una larga hora.

Esta pareja tiene una productividad muy elevada gracias a los suplementos alimenticios que les deja un par de veces por semana. Desde el año 2016 que Turiahides trabaja con ellas todos los años han sacado adelante dos pollos. La vida en la naturaleza siempre es difícil y en 2019 cuando tenían dos pollos pequeños en el nido una intensa tormenta provocó que una cascada de agua tirara el nido y los pollos al fondo del cortado rocoso donde murieron los dos pequeños.



Problemática de la Perdicera

El águila de Bonelli soporta una tasa de mortalidad adulta cercana al 40%, estudios han demográficos han demostrado que valores de mortalidad adulta superiores al 10% anual no son compatibles con la supervivencia de una especie. Esta alta mortalidad provoca haya un alto porcentaje de parejas en las que uno de los dos miembros es un juvenil y esto repercute en una baja tasa de productividad. 

Para conocer la problemática que afecta a las perdiceras hay que estudiar los ingresos en los Centros de Recuperación de Fauna. En el periodo de 1989 al 2016 entraron en los CRF valencianos un total 183 águilas perdiceras. Para entender mejor el volumen de perdiceras afectadas ayuda fijarse en un solo año, en el año 2018 ingresaron en los centros de la Comunitat Valenciana 14 perdiceras y de ellas 11 estaban muertas. La principal causa de mortalidad en todos los centros coincide y es la electrocución, en las aves valencianas fue del (42%), la siguiente causa era la muerte por disparo (13%), la colisión con tendidos eléctricos (9%), el resto de causas tenían una menor incidencia y fueron: envenenamiento en cotos de caza menor y algunas se habían ahogado en balsas de agua y anti-incendio. Pero hay otros problemas que afectan esta especie y las víctimas no entran en los centros de recuperación, son la falta de alimento por la escasez de presas y las molestias humanas en las áreas de cría que provocan el abandono de los nidos y la muerte de huevos y pollos.




Otro ejemplo de la grave problemática que afecta a las perdiceras es el seguimiento de la especie en la provincia de Castelló realizado por el grupo GER-Agro de Vila-Real, comprobaron en el año 2011 un robo de pollos en Xert, electrocuciones en Vilanova d’Alcolea, una muerte y posterior decapitación en Alfondeguilla y el año siguiente fueron testigos de como la realización de trabajos de roturación  produjo el abandono de un nido en Alcalà de Xivert (Bort J., et al. 2012).

Una muestra más que la electrocución es la principal causa de muerte de la perdicera y que es un problema de una enorme dimensión la aporta un estudio de la Conselleria de Medi Ambient en el año que 2003, se hizo un seguimiento de los tendidos eléctricos en la Sierra de Escalona y Dehesa de Campoamor, en el sur de Alacant, esta es una de las zonas de concentración de rapaces juveniles de muchas especies. Encontraron 123 aves muertas en 91 apoyos eléctricos, 31 eran búhos reales, 4 águilas perdiceras, 3 águilas reales y 67 rapaces de otras especies y habría que sumar las aves muertas por choques con tendidos eléctricos pero son mucho más difíciles de localizar y aumentan exponencialmente la afección de los tendidos eléctricos.




Como siguiente causa de mortalidad está la persecución directa de cazadores, ya sea por disparo o por envenenamiento en cotos que todavía lo utilizan para el control de predadores. Creo que una sociedad avanzada no puede permitirse el lujo autorizar legalmente la muerte de especies por simple placer, nunca puede ser una actividad de ocio "civilizado", ni siquiera los supuestos ingresos y puestos de trabajo que genera esta anacrónica actividad justifican moralmente la caza, eran mayores los ingresos que producía la esclavitud y se abolió. Mientras no se consiga la prohibición de la caza recreativa es necesario sancionar con dureza las infracciones a ley, erradicarla en los espacios protegidos y hay que educar a las nuevas generaciones en el respeto al resto de especies que comparten el planeta con nosotros.

Incomprensiblemente en pleno siglo XXI se siguen haciendo obras en pistas o sacas de madera en zonas próximas a nidos y en época de reproducción, esto provoca la pérdida de puestas. También se ahogan perdiceras en balsas de riego con la gravedad añadida que la mayoría de ellas son propiedad de la administración como ocurre con las balsas contra incendios, en todos estos casos es manifiesta la dejación de las administraciones. Los electores deberíamos exigir responsabilidades a políticos y técnicos que no eviten estas muertes. Otra grave irresponsabilidad viene por parte de algunos gestores de espacios naturales, con toda facilidad autorizan actividades de ocio en la proximidad de nidos, se hacen todo tipo de carreras multitudinarias, rutas senderistas, se autorizan actividades de barranquismo, de rafting, descensos en embarcaciones fluviales o escalada en plena época de reproducción, cualquier actividad que atraiga turistas y algunos magros ingresos consigue que se olvide la necesaria protección de una biodiversidad que es el principal atractivo de esos espacios protegidos.

Tenemos que exigir una verdadera consciencia y responsabilidad ecológica, hay que denunciar la falsa etiqueta verde que se cuelgan con toda desfachatez empresas que contaminan o que electrocutan especies protegidas, ese falso color verde debe abandonar los centros comerciales y los programas electorales, tenemos que dar paso a un verdadero cambio de consciencia colectiva que consiga implantar el  respeto al planeta y de todas las especies que lo habitan.



También las actividades industriales afectan a los territorios de las perdiceras,  cada vez se abren más canteras y minas a cielo abierto que son enormes cicatrices en nuestras montañas, se roturan bosques y se arrasan campos para abrir enormes pistas en las que hay un constante tráfico de vehículos pesados, se producen estruendosas voladuras. Otro factor industrial muy negativo es la construcción de parques eólicos en zonas con alto valor ecológico, se ha demostrado que se convierten en zonas de exclusión a las que las perdiceras ni se acercan.

Hay opiniones controvertidas sobre la afección que puede significar la falta de alimento y sobre la conveniencia o no de facilitar alimentación suplementaria. Hay experiencias significativas como el proyecto iniciado en 2010 y finalizado en 2012 en Ayodar (Castelló) por el GER-EA de Vila-real que aportaron comida a una pareja de perdiceras que llevaba más de 20 años sin sacar pollos adelante y esas dos temporadas consiguieron que nacieran 2 pollos cada año y que llegaran a volar 3. En 2013 se dejó de aportar alimento y de nuevo fracasó la reproducción de esa pareja (Bort J., et al. 2012).

Turiahides gracias al aporte suplementario de alimentación dos veces por semana a una pareja de  la comarca valenciana de La Serranía ha conseguido que desde 2016 volaran dos pollos todos los años. En el año 2018, en la Serra d’Espadà, Castelló, se facilitó alimentación dos veces por semana y se consiguió que 4 parejas de perdicera de la zona aumentaran la productividad respecto a años anteriores. En Navarra la única pareja que ha recuperado un territorio perdido regresó a la Foz de Lumbier gracias a los aportes de alimentación suplementaria. Sin embargo una experiencia realizada en 2016 en la comarca de los Arribes del Duero, Castilla-León y Portugal que hizo aportes suplementarios de alimentación a 9 de los 14 territorios de perdiceras de la zona solo consiguió que una de las parejas ayudadas tuviera éxito en la reproducción lo que puede indicar que la falta de alimento es una problemática muy secundaria.




Tampoco ayudan a las perdiceras las incidencias de origen natural como la competencia con el águila real o el buitre leonado que pueden ocupar sus nidos y les expulsan de algunos territorios, obligan a las perdiceras a desplazarse a zonas a más baja altitud y por tanto más antropizadas. Parece que esta usurpación se produce cuando se abandona temporalmente un territorio de perdicera o cuando muere uno de los dos consortes sin haber una rápida reposición por parte de ejemplar joven (Fernández e Insausti 90; Sánchez-Zapata et al. 95; Gil-Sánchez et al 96; López, P. 2010). En condiciones naturales óptimas se intercalan los territorios de Águila Real y Perdicera en una coexistencia equilibrada (Jordano, 1981). También se comprobado gracias al marcaje con emisores GPS la muerte de 4 perdiceras jóvenes por el ataque de las águilas reales. En lugares con alta densidad de Buitre leonado se ha constatado el robo de nidos de perdicera aprovechando que estos empiezan su mucho antes su periodo reproductor, también parece que en estas zonas en litigio las perdiceras deben dedicar demasiado tiempo y energía en hacer ataques de intimidación a los buitres para intentar alejarlos de sus territorios.

Otro grave problema de origen natural es que los pollos de perdiceras pueden estar afectados por un parásito, el Trichomonas gallinae. Este protozoo vive hospedado en palomos a los que no suele afectar, cuando ceban con ellos a los pollos perdicera se pueden infectar y provocan unas placas blanquecinas de tejido muerto en boca, esófago y buche, esto les produce dificultad para ingerir alimento, un debilitamiento paulatino y la posterior muerte. En el año 2017 se anillaron y analizaron 33 pollos de perdicera en el País Valencià y de ellos once estaban infectados por Trichomonas gallinae, una escalofriante cifra del 33%. En 2018 se analizaron 24 pollos de los que 6 estaban infectados. Para tratarlos si la infección es leve les da una sola dosis de Carnidazol pero si están muy afectados por la infección los pollos tienen que ser conducidos a los CRF para un aplicarles un tratamiento prolongado.




¿Qué medidas pueden evitar la extinción del águila perdicera?

En primer lugar hace falta la redacción de un Plan de Gestión y Conservación a nivel estatal, hay que aumentar el seguimiento y la vigilancia de los nidos. Se debe legislar para conseguir que las empresas eléctricas y los propietarios erradiquen totalmente los tendidos peligrosos. Red Eléctrica de España debe señalizar con salvapájaros todos los cables de los tendidos de transporte en zonas rurales con presencia de aves protegidas. Hay que implantar definitivamente una legislación sobre los tendidos eléctricos que no solo contemple la construcción de los nuevos con medidas antielectrocución sino también la corrección de los ya instalados. Para garantizar el cumplimiento de la ley y conseguir que los tribunales tramiten con éxito las sanciones las administraciones debe crear equipos de técnicos especialistas que recorran los tendidos eléctricos, que levanten actas acorde la ley y que realicen autopsias con la que poder probar la responsabilidad de los propietarios en casos de electrocución de aves protegidas.



Para aumentar la disponibilidad de alimento hay que sembrar con una mezcla de alfalfa, veza, cebada y avena y no segar parcelas agrarias abandonadas en zonas con distribución de la especie para favorecer el alimento de sus presas, también hay que crear vivares y palomares además de reforzar las poblaciones de perdiz y conejo.

Respecto a la afección por la persecución directa de la perdicera es necesario establecer zonas de reserva cinegética obligatoria en áreas de nidificación de perdicera, hay que regular los calendarios de batidas y alejar los puestos de caza fijos de sus áreas de reproducción. También hay aumentar la dureza de las sanciones y llegar al cierre de cotos donde se encuentren perdiceras tiroteadas o envenenadas.



Hay que evitar la instalación de parques eólicos a menos de 2 km de distancia de las zonas de cría del águila perdicera. Se debe declarar zona estrictamente protegida y limitar el acceso un radio de 500 m alrededor del nido, hay que supervisar y restringir actividades humanas en un área de 1 km de radio alrededor del nido. Se debería prohibir el periodo de caza denominado como “Media Veda” que va de principios de agosto hasta principios de septiembre en territorios con perdiceras por que se ha demostrado que afecta gravemente a las aves jóvenes que todavía están los territorios paternos y no tienen suficiente experiencia para huir ante la presencia de un cazador (Bort J., et al. 2012).




Bibliografía

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Del Moral, J.C. 2006: El águila perdicera en España. Población en el 2005 y métodos de censo. SEO/BirdLife. Madrid http://www.seo.org/media/fotos/9_perdicera05.pdf

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López-López, P. 2010: Demography and competition between Bonelli's eagle and Golden eagle: implications for the management and conservation of endangered species.

Marcaje y estado sanitario de pollos de Águila perdicera en la Comunitat Valenciana. Direcció General de Medi Natural i d' Avaluació Ambiental de la Generalitat Valenciana, 2017.

Martínez et al., 2016. ACCIÓN C3 LIFE RUPIS. Alimentación suplementaria en los territorios de águila perdicera.

Mateache Sacristán, Paloma 2005. Taller Intercambio de Experiencias de Gestión del Águila Perdicera. Comunidad Valenciana.

Recuperación integral de las poblaciones de águila de Bonelli en España. Seminario Internacional de Sangüesa, Navarra, 2017.

Taller de Intercambio de Experiencias de Gestión del Águila-azor Perdicera. 27 y 28 de enero de 2005. Dirección General del Medio Natural Consejería de Industria y Medio Ambiente Región de Murcia.

Urios Moliner, V., y Cadahía Lorenzo, L., 2005. Estudio de la dispersión juvenil en el Águila-azor perdicera (Hieraaetus fasciatus) en la Península Ibérica.

Viada, C., Pardal, Ll., Morro, B., y Mayol, J. 2013. El águila de Bonelli (Aquila fasciata) en Mallorca: su extinción y su reintroducción. 

Gracias por las facilidades y por el trabajo que realizan con el Águila perdicera a Salva Llavata y Mario de TURIAHIDES.

Texto y fotos © Rafa Muñoz 2019.

Yacimiento icnológico de la Corcolilla, Alpuente



7 de noviembre de 2019


En el término Alpuente que pertenece a la comarca de los Serranos, se encuentra la aldea de Corcolilla. Justo al lado de la CV-350, en el punto kilométrico 6.8  de la comarcal que conduce a la localidad turolense de Arcos de las Salinas se encuentra un yacimiento icnológico singular.

Los yacimientos de icnitas son los rastros fosilizados de huellas que se produjeron en orillas fangosas, poco después se cubrieron de arcilla y gracias a la presión provocada por el peso de los sedimentos junto al paso de los años se fosilizó el sustrato y conservó impresas huellas del pasado.



En el yacimiento de Corcolilla hay más de cien huellas de dinosaurios terópodos de varias especies, este grupo de reptiles tenía pies con tres dedos y caminaban erguidos sobre sus cuartos traseros. Los rastros pertenecen a varias especies de tamaño pequeño y mediano, la gran cantidad de huellas indica que este era un lugar de paso muy frecuentado situado en un meandro fluvial hace unos 140 millones de años.



En la roca arenisca además de las huellas se han encontrado grietas similares a las que se producen en el fango cuando se seca y restos de pequeñas galerías excavadas por invertebrados.



Los dinosaurios terópodos vivieron desde el Triásico superior hasta el Cretácico superior, entre los 225 millones y los 70 millones de años. Terópodo significa pie de bestia, estos reptiles tenían huesos largos y huecos, esto les permitía tener poco peso y gracias a ello conseguían rapidez y agilidad de movimientos lo que les convertía en predadores muy efectivos. La gran mayoría de terópodos eran carnívoros pero también se ha descubierto alguna especie herbívora como el Chilesaurus diegosuarezi. Los terópodos eran el único tipo de dinosaurios bípedos, sus extremidades terminaban unas garras curvas y afiladas lo que les facilitaban la caza y el consumo de sus presas.



Dibujo de terópodo de la web MESTRE a CASA de la Generalitat Valenciana.



Había terópodos gigantes como la especie más grande, el Spinosaurus que rondaba los 17 metros de envergadura, le seguía en tamaño un conocido predador, el Tyranosaurus rex. El más pequeño encontrado es el Compsognathus que solo alcanzaba el metro de longitud y tendría una altura aproximada de 50 cm.


Video de Velociraptor cazando un Protoceratops fuente The Land of Dinosaurs, #07



Recientemente se ha confirmado que un gran número de terópodos tenía plumas y esto refuerza la hipótesis de que este grupo fue el origen de las aves actuales. Hay consenso en que no podrían volar debido al pequeño tamaño de sus brazos pero se cree que el plumaje les ayudaba a termorregular sus cuerpos además las utilizarían para el cortejo. También es muy probable que este grupo pudiera mantener la temperatura de su cuerpo constante como lo hacemos los mamíferos y las plumas serían la herramienta que les ayudaría a regularla. La ligereza de sus huesos, sus poderosas patas y su larga cola permitiría alcanzar a terópodos como al Velociraptor velocidades de unos 39 km por hora.

Texto y fotos © Rafa Muñoz 2019.

Ya ha llegado el treparriscos a Requena-Utiel


27 de octubre de 2019

Treparriscos (Tichodroma muraria)


EL TREPARRISCOS, UN AVE MUY SINGULAR

El domingo me acerqué a la presa de Contreras, Villargordo del Cabriel, y me llevé la sorpresa de encontrar un ejemplar de Treparriscos (Tichodroma muraria) lo que adelantaba en un mes los registros de esta especie en el interior de la provincia de València. Pero no habían acabado las novedades ya que el sábado 26 de octubre Pablo Garrido observó otro ejemplar en Umbría del Cabezuelo, Requena (Armero, J, Foro Atles d’Ocells València)

El Treparriscos está considerado como un migrante altitudinal de corta distancia ya que suele ocupar zonas bajas a menos de 20 km de sus zonas de cría (Del Hoyo et al., 2008). En Cataluña casi no se detecta en invierno por encima de los 1.800 m.s.n.m., que es donde se reproduce (Aymerich y Palau en Herrando et al., 2011)

Treparriscos (Tichodroma muraria)


Un análisis de datos dispersos en anuarios y noticiarios demuestra que esta especie también es un invernante regular en el Sistema Ibérico, en las sierras mediterráneas desde Cataluña hasta Murcia, y probablemente también en el Sistema Central (Fernández, A. y Aymerich, P.  2012) En esta época eligen zonas calizas rocosas con desniveles muy acusados (Hernández et al. 1993) El origen de los Treparriscos que se observan en la presa de Contreras debe ser los Pirineos centrales, Huesca que es la zona reproductora más cercana, en línea recta está a unos 300 km de distancia.

El registro más temprano del Treparriscos en el País Valencià es del 27-09-91 en Bel, Castelló (Dies y Dies 1992) pero el grueso de las citas se habían producido entre los meses de noviembre y abril. Las citas de este año 2019 adelantan un mes los registros, quizás sea porque hasta la fecha no se había buscado antes en sus zonas habituales de invernada, un importante factor a tener en cuenta el otoño de 2019 se ha caracterizado por tener unas temperaturas muy benignas lo que no justificaría una llegada anticipada.

Treparriscos (Tichodroma muraria)


Con estas dos citas otoñales de 2019 en la comarca de Requena-Utiel se ha observado al Treparriscos 12 veces en Contreras y siete años: 2007, 2008, 2011, 2014, 2015, 2018 y 2019. Esto confirma claramente que esta especie gusta repetir en las mismas localidades de invernada y Contreras, sin duda es una de las localidades de invernada típicas en el País Valencià. El resto de citas comarcales del treparriscos se han producido en Chera los años 1991, 1992, 1996, 2008 y 2013, en la Herrada del Gallego con 2 citas y con una cita en la peña Madroñosa y el barranco de la Hoz.

Cabra montés (Capra pirenaica hispanica)


AVES Y CABRAS MONTESAS

La jornada deparó más observaciones, encontré dos rebaños de Cabra montés (Capra pirenaica hispanica) uno compuesto exclusivamente de hembra y cabritos pequeños pero otro estaba formado por hembras y dos machos adultos que preparaban el periodo de celo que está a punto de empezar.

Cabra montés (Capra pirenaica hispanica)


Dos ejemplares de Águila real (Aquila chrysaetos homeyeri) chillaban y entrechocaban garras al norte de la presa, uno de ellos tenía el plumaje de ave juvenil por lo que deduzco que un adulto intentaba expulsar del territorio al inmaduro o quizás se está formando un pareja nueva por la pérdida de uno de los adultos de la pareja propietaria de este territorio a caballo de Cuenca y València.

Sobre la presa volaron 14 ejemplares de Avión roquero (Ptyonoprogne rupestris) que todavía no se han marchado para huir del interor por la falta de alimento que provoca la caída de las temperaturas. Había mucho Colirrojo tizón (Phoenicurus ochruros) unos recién llegados del norte para pasar el invierno.

Colirrojo tizón (Phoenicurus ochruros)


También vi Carbonero común (Parus major), Carbonero garrapinos (Periparus ater), un macho de Collalba negra (Oenanthe leucura), 3 ejemplares de Cormorán grande (Phalacrocorax carbo) en las orillas del embalse, Curruca cabecinegra (Sylvia melanocephala), Estornino negro (Sturnus unicolor), Lavandera blanca (Motacilla alba), Mirlo común (Turdus merula), Mito común (Aegithalos caudatus), 18 ejemplares de Paloma bravía (Columba livia) y un macho de Roquero solitario (Monticola solitarius).

Cabra montés (Capra pirenaica hispanica)


BIBLIOGRAFIA

Fernández, A. y Aymerich, P.  2012. Treparriscos. Tichodroma muraria. En, SEO/BirdLife: Atlas de las aves en invierno en España 2007-2010, pp. 36-47. Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente-SEO/BirdLife. Madrid

ENTRADAS SOBRE EL TREPARRISCOS EN ESTE BLOG Y EN EL BLOG QUADERN DE NATURA


Texto y fotos de © Rafa Muñoz 2019.

Todas las imágenes están realizadas en Contreras el 27 de octubre de 2019.

Jilguero lugano en Utiel


20 de octubre de 2019

Grupo de Jilguero lugano (Carduelis spinus)


El domingo observé en la vega del río Magro en los campos situados al este de la población 5 ejemplares de Jilguero lugano (Carduelis spinus), un macho y una hembra adultos y tres aves jóvenes que se alimentaban de semillas en un barbecho.

El Jilguero lugano es un fringílido que a la comarca de Requena-Utiel que solo viene a pasar los inviernos huyendo de las condiciones climáticas del norte de Europa. Los primeros ejemplares llegan en el mes de octubre y se marchan en febrero y marzo.

Jilguero europeo (Carduelis carduelis)


Ojos no avezados pueden confundir al lugano con Jilguero europeo (Carduelis carduelis) y con el Serín verdecillo (Serinus serinus) pero los luganos adultos tienen una ancha franja amarilla entre dos negras en las alas.

Cuando está entre nosotros se alimenta de semillas en eriales, en campos en barbecho y en la ribera del río Magro principalmente aunque se puede ver en cualquier campiña comarcal. Forman pequeños grupos exclusivamente de luganos y en ocasiones acompañan a bandos mixtos de jilgueros y verdecillos. Se da la circunstancia que algunos años nos llegan muchos ejemplares mientras que otros apenas lo hacen unos pocos individuos.

Serín verdecillo (Serinus serinus)


Solo los luganos del Báltico y de Rusia son migradores propiamente dichos, en años de explosión poblacional que coinciden con buena fructificación del abeto rojo invernan en grandes números en el sur de Europa y en España. El resto de aves centroeuropeas permanecen en sus zonas de cría pero pueden desplazarse en función de la disponibilidad de alimento o de la crudeza de las condiciones climáticas.

Grupo de Jilguero lugano (Carduelis spinus)


En España crían menos de 300 parejas en algunos valles húmedos con coníferas por encima de 900 metros de altitud, en Pirineos principalmente, pero el número puede oscilar mucho entre años dependiendo de la disponibilidad de piñones, su principal alimento en época de reproducción.

Texto y fotos de Rafa Muñoz 2019.