Javalambre, mirlos capiblancos y zorzales

 

Mirlo capiblanco (Turdus torquatus torquatus) macho adulto

Miércoles 9 de noviembre

A mitad camino entre Abejuela y Torrijas, dos pequeñas poblaciones de la comarca turolense de Gúdar-Javalambre se encuentra el paraje de la Nava de Torrijas, una nava es una llanada en medio de una zona montañosa. En ella se siembran cereales en las lomas pedregosas crecen unos espectaculares bosques de sabinas albares (Juniperus thurifera). Esta zona es el extremo oriental de la sierra de Javalambre que pertenece al Sistema Ibérico y se interna entre la Serranía Valenciana y el Alto Palancia.


Mapa distribución ssp. T. torquatus. Josep del Hoyo et al.: Handbook of the Birds of the World.


Estas tierras desde mediado el otoño y hasta el principio de la primavera se convierten en el paraíso de los mirlos y los tordos invernantes. Este grupo de especies pertenecen a la familia Turdidae, popularmente los tordos. A pesar de la dura climatología de esta zona montañosa a más de 1.000 de altitud, aquí encuentran muchas bayas nutritivas de Juniperus sp y las rojizas de majuelos o rosales silvestres Rosa sp.

Aquí tiene montado un escondite o hide fotográfico la empresa valenciana Túria Hides. Ello permite que naturalistas y fotógrafos puedan observar a placer y cómodamente estas tímidas especies. A las 8,15 ya estaba sentado tras el cristal espía disfrutando con la llegada de las primeras aves.

 

Mirlo capiblanco (Turdus torquatus alpestris) macho adulto

Mirlo capiblanco (Turdus torquatus)

Esta ave mediana con sus hasta 24 cm de longitud, es muy similar al familiar mirlo común  (Turdus merula). A distancia solo se distinguen los machos capiblancos por tener una franja blanca en el pecho. Si se pueden observar de cerca difieren bastante debido al desgaste de sus plumas que puede hacerlos parecer como “escamados de blanco”.


Mirlo capiblanco (Turdus torquatus torquatus) hembra adulta


Se distribuye por todas las montañas europeas y hay tres razas, la T. t. alpestris es la que cría en el centro y sur de Europa, por encima de los 1.700 m. Un pequeña parte de ellos crían en la cordillera Cantábrica y Pirineos. La subespecie T. t. torquatus se reproduce Escocia, Escandinavia y norte de Rusia. Por último está la raza T. t. amicorum que se reproduce en las montañas entre Turquía y Turkmenistán. A nuestras sierras ibéricas y al sureste peninsular llegan invernantes de las subespecies europeas: alpestris y de la nórdica torquatus.

Los adultos de ambas razas se diferencian de las aves jóvenes en el color del pico, el de los juveniles es totalmente negro mientras que en los adultos la mandíbula inferior es de color amarillento.


Mirlo capiblanco (Turdus torquatus alpestris) hembra adulta


Para separar las aves de la raza nórdica de la centroeuropea hay que fijarse en la proporción de blanco que tienen en las plumas ventrales, los torquatus nórdicos tienen muy poco blanco, sólo un estrecho borde exterior, por lo que se ven muy negros.

Sin embargo la raza europea alpestris  tiene el borde blanco de las plumas ventrales más ancho, también tiene blanca la parte central de las cobertoras ventrales, por ello se ven más claros y jaspeados que sus primos nórdicos.


Mirlo capiblanco (Turdus torquatus alpestris) hembra joven


Por su parte machos y hembras se diferencian por el contraste del babero blanco, en los machos es de un blanco níveo mientras que las hembras tienen un babero claro muy difuminado.

En Javalambre invernan ejemplares de ambas razas, tanto nórdicos torquatus como europeos alpestris. Es curiosa la aproximación que tienen para bajar al abrevadero, desde el amanecer se acercan en grupos, se posan en una sabina albar de porte arbóreo que está norte de la balsa y observan con atención si hay algún peligro, si lo ven claro bajan y con un par de salto se acercan a beber con rapidez.


Mirlo capiblanco (Turdus torquatus alpestris) macho joven


Esa mañana, a primera hora había un busardo ratonero (Buteo buteo) posado en una casa en ruinas a unos 150 m de distancia que a buen seguro no les suponía ninguna amenaza, pero ellos no entraron a beber hasta que no se largó el ratonero. Lo mismo ocurrió una hora después, se apostó un gavilán (Accipiter nisus)​​ en las proximidades y ese sí que suponía peligro, hasta que no se marchó no bajaron a beber. En el suelo aprovecharon los tenebrios que les facilita Túria Hides para atraerlos y retenerlos en el bebedero.

 

Zorzal común (Turdus philomelos)

Zorzal común (Turdus philomelos)

A la pileta también acuden otros túrdidos, esa mañana el más abundante fue el zorzal común (Turdus philomelos). Es el más pequeño de nuestros zorzales, alcanza los 22 cm de longitud. Su dorso es de un marrón castaño uniforme, su vientre tiene fondo amarillento en el pecho y blanco en el vientre, está festoneado de manchas negras que tienen forma de punta de flecha, con la punta mirando hacia arriba. Es muy terrestre y corre con rapidez gracias a sus patas largas.  Repetían el comportamiento de aproximación de los mirlos, aunque aparentaban ser más impacientes tanto para bajar y beber, como para irse con rapidez. En primavera sienten predilección por los caracoles mientras que en invierno se centran en los frutos, devoran bayas, olivas y hayucos.


Zorzal alirrojo (Turdus iliacus)
 

Zorzal alirrojo (Turdus iliacus)

Quizás el tordo más elegante de los presentes fue el zorzal alirrojo (Turdus iliacus). Es similar al zorzal común en el plumaje y tamaño, con hasta 23 cm. Se diferencia del philomelos por tener una marcada ceja y bigotera blanca, además de un llamativo tono rojizo-anaranjado en los costados, debajo de las alas. En otoño se alimenta de bayas como el resto de sus parientes.


Zorzal charlo (Turdus viscivorus)


 Zorzal charlo (Turdus viscivorus)

El zorzal más grande de los que entraron esa mañana fue el zorzal charlo (Turdus viscivorus) que alcanza los 29 cm de longitud. Su dorso es de un tono gris-oliváceo desgastado. El pecho blanco esta salteado de manchas negras redondeadas en el vientre, en el pecho pueden parecer las del zorzal común. En vuelo a parte del tamaño destaca que la parte inferior de las alas es blancuzca, a diferencia de philomelos e iliacus que tienen las axilas rojizas. Es el único zorzal que está presente todo el año en estas sierras, en primavera se alimenta de insectos principalmente y en otoño e invierno de frutos y bayas.


Gorrión chillón (Petronia petronia)

 

Al abrevadero entraron otras especies como el colirrojo tizón (Phoenicurus ochruros), escribano soteño (Emberiza cirlus), gorrión chillón (Petronia petronia), mirlo común (Turdus merula), pardillo común (Linaria cannabina mediterranea) y pinzón vulgar (Fringilla coelebs). Además por la zona se vio buitre leonado (Gyps fulvus), cuervo grande (Corvus corax) y estornino negro (Sturnus unicolor). También suele entrar el zorzal real (Turdus pilaris), nos pareció ver uno en la lejanía, días atrás ya habían entrado los primeros, pero esa mañana no bajó ninguno a beber.

Gracias por la jornada a Túria Hides, a Salva Llavata y a Paolo Manzi.


colirrojo tizón (Phoenicurus ochruros) macho


Fuentes y bibliografía:

Slaterus, R. (2022). “Identification of Northern Ring Ouzel and Southern Ring Ouzel”. Dutch Birding. Volume 44. Nº4.

https://www.turiahides.com/

 

Texto y fotos de Rafa Muñoz

Aves, molinos eólicos y destrozos en el Remedio

 

Pinzón vulgar (Fringilla coelebs), Arxiu RMiB

Domingo 6 de noviembre de 2022

Este primer domingo de noviembre por primera vez observé en el termómetro -1°C, amaneció despejado sin nieblas y pronto el sol hizo que subieran las temperaturas, por suerte esto ya se parece al otoño. Comencé la jornada haciendo una espera junto a un punto con agua en el Hontanar, Utiel. Después de varias jornadas sin llover aquí se deberían concentrar un buen montón de aves para beber a primera hora de la mañana.


Arrendajo (Garrulus glandarius), Arxiu RMiB


A las 7.30 horas ya estaba escondido a unos 10 metros de distancia del charco que provoca el desborde de un abrevadero. Los primeros en entrar y los más abundantes toda la jornada fueron los pinzones vulgares (Fringilla coelebs) y los mirlos comunes (Turdus merula). No tardaron en llegar los córvidos del pinar, los arrendajos (Garrulus glandarius) a los que siguieron los zorzales, los más frecuentes fueron los zorzales comunes (Turdus philomelos) aunque no faltaron los zorzales charlos (Turdus viscivorus).


Carbonero garrapinos (Periparus ater), Arxiu RMiB


Llevaba media hora cuando de repente levantaron el vuelo todas las aves presentes, una sombra fugaz delató el intento de caza de un gavilán común (Accipiter nisus). Tras el susto regresó la tranquilidad con rapidez y volvieron a entrar más especies. Primero llegó el carbonero común (Parus major) seguido por el carbonero garrapinos (Periparus ater). En uno de los pinos cercano a mi escondite apareció un agateador europeo (Certhia brachydactyla) que no prestó ninguna atención al charco, se dedicó a revisar las grietas de la corteza de un tronco en busca de pequeños artrópodos.


Ardilla (Sciurus vulgaris), Arxiu RMiB


Regresando a la charca, está rodeada de juncos por el este y en la orilla oeste crece un enorme rosal silvestre (Rosa canina) que tiene afiladas espinas para proteger sus frutos, llamados tapaculos, que en esta época visten de un rojo vivo. En este colorido arbusto se posaban las pequeñas aves al llegar, comprueban que no haya peligro y bajan a beber, a bañarse o las dos cosas. Hubo otro impasse en las visitas de los pájaros porque se asustaron cuando bajaron a beber dos ardillas (Sciurus vulgaris), no se deben fiar mucho de ellas, estas nada más saciar la sed regresaron a los árboles y desaparecieron.


acentor común (Prunella modularis), Arxiu RMiB


Recuperada la tranquilidad se presentaron más especies, primero un vistoso petirrojo europeo (Erithacus rubecula) y un tímido acentor común (Prunella modularis). Poco después un colirrojo tizón (Phoenicurus ochruros) andaba por los alrededores pero no entró a beber, sí que lo hizo y lo remató con un bañó una curruca cabecinegra (Sylvia melanocephala). Las que solo abandonaron la espesura para bajar  a beber fueron tres currucas capirotadas (Sylvia atricapilla), por el contrario la que no prestó atención al agua fue una curruca rabilarga (Sylvia undata) que pasó de largo.


piquituerto común (Loxia curvirostra), Arxiu RMiB


Pasada la primera hora el ritmo de llegadas al charco se redujo un poco pero no la variedad ni el colorido que aportaron un precioso macho de escribano soteño (Emberiza cirlus), dos mínimos reyezuelos listados (Regulus ignicapilla) y en los juncos se dejó ver fugazmente un chochín común (Troglodytes troglodytes). También pasó volando sin llegar a detenerse un pico picapinos (Dendrocopos major).


Reyezuelo listado (Regulus ignicapilla), Arxiu RMiB


El frecuente trasiego de especies no me dejaba tiempo ni para apuntar en el cuaderno de campo las diferentes especies. Apareció un grupo grande de serín verdecillo (Serinus serinus) acompañados de dos verderón común (Chloris chloris). También llegó un goteo de pardillos (Linaria cannabina mediterranea) y de jilgueros (Carduelis carduelis) a los que acompaño un mosquitero común (Phylloscopus collybita) y un escribano montesino (Emberiza cia). En poco menos de tres horas desfilaron por delante de mis prismáticos 25 especies de aves y dos ardillas, sin duda fue un principio de la mañana muy bien aprovechado.

 

Foto de Tik Tok de @ familiarubinson

Graves destrozos en el Remedio y un parque eólico en el Negrete

Seguidamente me acerqué a la ermita del Remedio pero me llevé una gran decepción. El año pasado las lluvias y vientos huracanados dañaron los árboles que crecían en la ladera, a los pies del templo, incluso derribaron parte de las barandas de piedra. Como el último domingo de octubre se realizaba la concurrida peregrinación desde Utiel para devolver a la Virgen a su templo, las autoridades no tuvieron mejor idea, para aparentar que se preocupan por el santuario, que entrar en las empinadas laderas con maquinaria pesada y arrasar la mayor parte del arbolado. Se da la circunstancia que esos árboles añosos acogían una variada biodiversidad sobre todo en otoño e invierno, y ahora han desaparecido la mayoría de las especies.


El Remedio, 6/11/22. Arxiu RMiB


Antes de empezar las obras públicas. ¿Cuándo habrá una verdadera conciencia ecológica en las administraciones, que respete, analice el entorno y, actuando en consecuencia, respete especies añosas y singulares que proporcionan cobijo y alimento a muchos animales?

Sospecho que nunca, a la mayoría de gestores y responsables de las obras les es más fácil arrasar con todo, ninguno se para a pensar en las vidas que siegan, porque…


Pinada en las proximidades del Remedio, Utiel. Arxiu RMiB


¡Señoras y señores, los árboles y los arbustos llenos de frutos son seres vivos, que alimentan a otros seres vivos!

 

No acaban aquí las amenazas para la sierra del Negrete y el Remedio, está aprobada la construcción de un macro parque eólico que será el remate final para la mejor área natural de Utiel, un lugar muy querido por toda la comarca.

¿Por qué no levantan los aéreo generadores de 150 m de altitud en zonas degradadas?

En esta sierra viven especies protegidas como el águila real, el águila calzada, el búho real, el cárabo, el roquero rojo, solo por citar algunas de las más escasas. Con los molinos gigantes desaparecerán todas, además de destrozar el paisaje, el ruido de los generadores romperá la tranquilidad que necesitan peregrinos y animales. Además para poder levantar esos gigantes habrá que ampliar pistas enormes y talarán algunos de los mejores bosques de la comarca.

¿Por qué no los levantan en el polígono industrial, o en las zonas degradas de la costa que es donde más electricidad se consume?



Decepcionado pensaba en ello mientras hice un pequeño paseo por las pinadas del Remedio que en esta época están especialmente tristes. Sólo localicé dos especies diferentes a las observadas en la fuente del Hontanar, dos pequeños mitos comunes (Aegithalos caudatus) y un grupo de piquituerto común (Loxia curvirostra) a los que añadí poco después un cuervo grande (Corvus corax) desde las antenas del Negrete.

 

Ánades rabudos en el Pontón, foto de Bernardo Márquez

Ánades rabudos en el Pontón

Rematé la mañana en compañía de Bernardo Márquez, nos encontramos en el Remedio y después fuimos a la balsa del Pontón. Al llegar observamos que la balsa más grande estaba casi vacía, lo que dejaba al descubierto un montón de limos. En teoría esto debería perjudicar a las anátidas y beneficiar a las aves limícolas, pero en la naturaleza las cosas nunca son sencillas.


 Ánade rabudo (Anas acuta), Arxiu RMiB


Efectivamente había buenos números de limícolas, contamos 12 andarríos grande (Tringa ochropus) y un andarríos chico (Actitis hypoleucos), además de dos avefrías europeas (Vanellus vanellus). Recorriendo los fangos les acompañaban un ejército de lavanderas blancas (Motacilla alba) y dos bisbitas alpinos (Anthus spinoletta).


Cucharas europeos en el Pontón, foto de Bernardo Márquez


Lo curioso es que también había mucha variedad de patos, contamos 11 cuchara europeo (Spatula clypeata), un porrón europeo (Aythya ferina) macho y una hembra de cerceta común cerceta común (Anas crecca). Completaba este grupo de aves, una anátida que cada invernada es más escasa en la Península Ibérica ya que prefiere quedarse más al norte, encontramos cuatro ánades rabudos (Anas acuta). De esta especie solo tenía cuatro citas anteriores, un ejemplar estuvo los días 15, 21 y 22 de octubre de 2006, tuve que esperar hasta el 22 de octubre de 2016 para observar otros cuatro rabudos juntos.

No acabaron aquí las aves, contabilizamos 22 fochas comunes (Fulica atra), 4 gallinetas comunes (Gallinula chloropus) y 54 zampullín común (Tachybaptus ruficollis). Además observamos una gaviota reidora (Chroicocephalus ridibundus), dos garzas reales (Ardea cinerea) y una solitaria golondrina común (Hirundo rustica) que tenía un ala herida aunque podía volar, por eso no debe haber podido continuar su viaje migratorio.


Avefrías i cerceta común en el Pontón, foto de Bernardo Márquez


Finalizamos la jornada con la respetable cantidad de 43 especies de aves observadas, algunas de ellas muy poco frecuentes. Además constatamos como siguen las afecciones al medio ambiente sin que parezca importar a las administraciones, por lo que seguiremos degradando nuestra casa, la Tierra.

 

¡No tenemos remedio y además nos quitarán el Remedio!


Texto de Rafa Muñoz, fotos de Bernardo Márquez y Rafa Muñoz (RMiB), se especifica el autor en el pie de foto.

La Yesa y sus aves

 

Piquituerto común (Loxia curvirostra)

La Yesa es una antigua villa de la Serranía que ha pasó de ser tierra de rudos íberos a plaza que conquistó el Cid al reino de Taifas de los Banu Quasim y que, finalmente tomó Jaume I en 1236. En la actualidad es una villa de poco más de 200 valientes habitantes que se resisten a abandonar la tierra de sus antepasados ibero-moriscos. La mayor parte de ellos son jubilados, los pocos activos que quedan se dedican a la agricultura o trabajan en alguna de las múltiples minas a cielo abierto que son enormes cicatrices abiertas que degradan el paisaje de estas sobrias y elegantes tierras.

Esta población pertenece a la comarca natural del Alto Turia. Su término linda al norte con la aragonesa sierra de Javalambre. Este límite administrativo discurre por el alto de erosionadas y redondeadas cumbres, la mayor es el Alto de Sancho que alcanza los 1501 m  de altitud. Pertenece a la sierra del Sabinar, por desgracia en toda la cuerda se festonean enormes generadores eólicos que rugen como gigantes, su voz es similar a la de un motor de avión. En las desgastadas lomas crecen austeros bosques de pinos de Pinus sylvestris, Pinus nigra, sabinas rastreras (Juniperus sabina) y sabinas albares (Juniperus thurifera) que crecen sobre un suelo que es un infinito lecho de piedras meteorizadas. Más abajo en los valles llanos de tierras calizas, sobreviven algunos cultivos de secano.

El clima de la Serranía es tan adusto como sus gentes, a una fugaz primavera le sigue un verano de calor seco que agosta la tierra. Tras un breve interludio otoñal aparecen las heladas invernales que vuelven a adormecer la vegetación.

Las aves de la Yesa son tan sobrias y resilientes como sus gentes. En esta crónica repasaremos  las pequeñas aves que en otoño sobreviven en las alturas de su término, en las faldas del Alto de Sancho. La escasez de recursos provoca que haya bajas densidades de pájaros, lo que dificulta su observación, pero gracias a un aguardo fotográfico que ha montado Túria Hides se pueden espiar desde muy de cerca. Para atraerlas solo hay que facilitarles lo más preciado para ellas, una mínima pileta con agua permanente. Si además periódicamente les suministran un poco de grano, alguna uva o algún tenebrio, se consigue que este sea un rincón elegido por muchas especies, se convierte un imán para las afortunadas avecillas de la contornada. 


Herrerillo capuchino (Lophophanes cristatus)

 

Herrerillo capuchino (Lophophanes cristatus)

A este pequeño alado de sólo 11,5 cm de longitud vive en los pinares, se le reconoce fácilmente por su erizado capirote. Es sedentario, se alimenta de pequeños insectos y semillas. En otoñó se convierte en un ave descarada que solo está preocupada por alimentarse. Fue la primera especie en acudir a buscar frutos o gusanos de la harina (Tenebrio molitor) que les regala el aguardo fotográfico. Llegué a observar hasta cinco ejemplares simultáneos, que bajaban al suelo, recogían un gusano y corrían raudos a refugiarse en las ramas de pino para comerlo con seguridad. Se basan en su vuelo espasmódico y nervioso, para evitar el ataque de predadores como el gavilán (Accipiter nisus)​​.


Herrerillo capuchino (Lophophanes cristatus)
 

Pinzón vulgar (Fringilla coelebs)

Pinzón vulgar (Fringilla coelebs)

Los pinzones son un poco más grande que los herrerillos capuchinos, alcanzan entre 14 y 16 cm de longitud. Por sus costumbres son como los gorriones de los pinares. En época de cría defienden pequeños territorios mientras que el resto del año se agrupan para deambular en busca de alimento. Visten un plumaje colorido que es más llamativo en los machos, destacan sus partes inferiores rojizas. Son omnívoros pero en el escondite fotográfico desprecian los granos y no hacen mucho caso de los tenebrios. Sin embargo diferentes grupos recorrieron toda la zona de la balsa buscando alimento, incluso algunos se detuvieron a beber.


Pinzón vulgar (Fringilla coelebs)

  

Alondra totovía (Lullula arborea)

Alondra totovía (Lullula arborea)

Estas aves de 15 cm de longitud pertenecen a la familia de los aláudidos, es la misma familia a la que pertenecen las alondras, terreras y cogujadas. De ellas la totovía es la única que prefiere vivir zonas boscosas abiertas o en sus límites, por esa razón está presente en estas zonas altas de la Yesa. Se alimenta de semillas e insectos, en los alrededores del bebedero comió algunos gusanos, luego se relajó y descansó tumbada, a resguardo del fuerte viento de levante. Me llamó la atención que a diferencia del resto de aves que ante la menor señal de peligro levantaban el vuelo, las totovías plegaban su pequeña cresta, se apretaban al suelo y miraban con cara de susto al cielo. Confían que su plumaje críptico les permitirá pasar desapercibidas, si se quedan inmóviles y recostadas.


Alondra totovía (Lullula arborea)

 

Escribano montesino (Emberiza cia)

Escribano montesino (Emberiza cia)

Este paseriforme alcanza los 16,5 cm de longitud, tiene un colorido apagado que solo se torna llamativo en los machos durante la época de celo. Gustan de vivir en áreas boscosas abiertas y altas, por lo que la zona del Alto de Sancho es ideal para ellos. Entraron al comedero toda la mañana, con tranquilidad se dedicaron a engullir el grano que les proporciona un pequeño dispensador automático, evidentemente esta es una especie granívora.


Escribano montesino (Emberiza cia)

 

Colirrojo tizón (Phoenicurus ochruros)

Colirrojo tizón (Phoenicurus ochruros)

Estas aves son más propias los roquedos aunque también frecuentan pueblos y caseríos, por lo que suelen ser más conocidas. Su longitud es de 15 cm, las hembras visten colores grisáceos y los machos son negruzcos, ambos sexos destacan por lucir una zona anal rojiza que sacuden incansablemente.  Se alimentan en el suelo, entre salto y salto se estiran erguidos para localizar  algún pequeño invertebrado. En el hide fotográfico anduvo toda la mañana una hembra que consumió algún tenebrio y bebió un pequeño sorbo, el resto del tiempo lo dedicó a vigilar y recorrer la zona, sin alejarse mucho de ella, allí tiene todo lo necesario para pasar el invierno.

 

Piquituerto común (Loxia curvirostra)

Piquituerto común (Loxia curvirostra)

Esta es un ave eminentemente forestal que suele ser difícil de observar, estos bebederos artificiales permiten poder disfrutarlos a placer. Dentro del grupo de los pequeños paseriformes estas son las aves más grandes, llegan a los 17 cm de longitud. Tienen un plumaje diferenciado por sexos y edad, los machos son rojizos, las hembras amarillentas y los jóvenes son de color gris oscuro. Se alimentan casi exclusivamente de piñones, aunque no desprecian otros frutos o insectos.


Piquituerto común (Loxia curvirostra)


Si se tiene la posibilidad de observarlos de cerca, enseguida llama la atención la forma y el tamaño de su pico. Para poder acceder a los piñones ha desarrollado una herramienta única, es ganchudo y poderoso. Pero lo más llamativo es que las dos mandíbulas se cruzan en la punta del pico, forman una pinza que les permite abrir las escamas de las piñas para poder acceder a los piñones con la lengua. Este tipo de comida seca es abundante pero les obliga a beber frecuentemente, por lo que se acercan muchos individuos a la pequeña pileta del escondite. Llegaban en grupos nerviosos, ya que cuando beben son vulnerables al ataque de algún gavilán, beben con fruición y se marchan tan rápido como llegan.


Piquituerto común (Loxia curvirostra)


Carbonero garrapinos (Periparus ater)


Carbonero garrapinos (Periparus ater)

Estas pequeñas avecillas de solo 11,5 cm de longitud viven en los pinares y son sedentarias. Tienen colores oscuros en el dorso y claros en la zona ventral. En ellos destaca su cabeza, relativamente grande que tiene un marcado contraste entre su capucha negra y el blanco níveo de las mejillas y de una estrecha franja situada en la coronilla. Se alimenta de pequeños insectos que prosperan en los brotes tiernos de las píceas, complementan su dieta con piñones y otros pequeños frutos. Son unos equilibristas que deambulan en las ramas y que pocas veces bajan al suelo, pero en el comedero no dudan en bajar para recoger algunas semillas.


Carbonero garrapinos (Periparus ater)

  

Carbonero común (Parus major)

Carbonero común (Parus major)

Ave muy parecida a su primo el garrapinos pero es más grande, llega hasta los 14 cm de longitud. Se diferencia porque prefiere vivir en lugares con recursos más variados, desprecia el pinar cerrado y gusta de habitar pueblos, jardines, huertos o campos mosaicos de diferentes cultivos. Visten un plumaje contrastado entre la cabeza negra y un dorso verdoso oscuro, respecto del vientre de amarillo vivo, atravesado por una franja negra que baja del babero al vientre. Pueden comer cualquier insecto que les quepa en la boca o frutos que puedan abrir con su pico afilado, con forma de estilete. Aunque la zona donde está el observatorio no les es muy propicia, como son muy adaptables han aprendido que aquí regalan frutos, por eso lo frecuentan. Sólo entró un macho que recogió  pequeñas pipas que abrió con habilidad mientras las sujetaba con sus pies.


Carbonero común (Parus major)

 

Pico picapinos (Dendrocopos major)

Pico picapinos (Dendrocopos major)

Este es el pájaro carpintero más pequeño que tenemos en el interior valenciano. Era una especie que llegó a ser muy rara pero en los últimos veinte años se ha recuperado y vuelven a abundar en nuestras campiñas. Tiene una longitud de hasta 26 cm, su plumaje es un contraste de manchas negras y blancas, a las que añade unos semáforos de rojo vivo que visten en la nuca los machos y ambos sexos en la zona anal. Para vivir eligen bosques maduros donde puedan encontrar madera muerta en la que capturar larvas, no desprecia consumir otros insectos o en la otoñada frutos secos, piñones o bellotas, que pueden complementar en primavera con frutos. En el resguardo fotográfico de la ladera entró por separado una pareja, ambos bajaron a beber con ansia y se marcharon con rapidez.


Pico picapinos (Dendrocopos major)

 

Zorzal charlo (Turdus viscivorus)

Zorzal charlo (Turdus viscivorus)

Este túrdido es el más grande de su familia en Europa, alcanza los 29 cm de longitud. Su plumaje es pardo grisáceo en el dorso en contraste con el vientre blanquecino-amarillento, salpicado de motas oscuras. Para vivir elige zonas boscosas hasta los 2000 m de altitud. Comen insectos de todo tipo, frutos y semillas. Es un ave tímida porque sufre mucha presión con la caza, por tanto es muy difícil poder observar bien. Por ello es ideal poder sentarse detrás de un espejo espía y observarlo como engulle tenebrios, sin dejar de vigilar nerviosamente su entorno. Esa mañana entraron dos ejemplares que con el plumaje otoñal estaban preciosos. 


Zorzal charlo (Turdus viscivorus)


Mirlo común (Turdus merula)


Mirlo común (Turdus merula)

El mirlo es una de las aves más adaptables y por tanto más abundantes. Tiene un tamaño mediano con sus hasta 25 cm de longitud. Tiene un plumaje inconfundible de un negro brillante que adornan con picos y ojeras de un amarillo anaranjado muy llamativo. Pero también podemos observar ejemplares jóvenes de un exclusivo luto y hembras con un marrón oscuro generalizado. Es una especie que además tiene un canto melodioso que llena las noches de pueblos, jardines, campos y bosques. Además cuando con nuestro paseo sorprendemos alguno, se levanta con un cacareo estruendoso que delata nuestra presencia al resto de especies. En época de cría gusta de rascar el suelo en busca de insectos y lombrices, esto incluye que puede escarbar nuestros tiestos, desparramando la tierra y tallos por balcones y terrazas. En otoño prefiere consumir frutos y semillas. En el aguardo fotográfico de la Yesa no se presentó ninguno el primer día y el segundo lo frecuentó un mínimo de cinco de ejemplares distintos.


Verderón serrano (Carduelis citrinella)


Verderón serrano (Carduelis citrinella)

Estas aves son similares a los conocidos verderones y verdecillos, pero se reproducen en los límites de los pinares, los más próximos a  las cumbres de nuestras montañas, por tanto alejadas de la vista de la mayoría. Solo en invierno deben bajar de las crestas para encontrar alimento en nuestras sierras y campos del interior, como los de la Serranía o del Altiplano de Utiel-Requena. Tienen un tamaño de 12 cm y visten una combinación de verde, gris y amarillo. En España sobrevive el grueso de su población mundial que también se distribuye en las zonas altas de centro Europa, buena parte de ellos vienen a pasar el invierno a nuestras latitudes. Se alimentan de una amplia variedad de semillas, incluidos piñones. Al aguardo solo se acercaron para beber, algún individuo solitario o en pequeños grupos de hasta cinco individuos. 


Verderón serrano (Carduelis citrinella)


Acentor común (Prunella modularis)

Este pequeño paseriforme es un amante de la espesura, no le gusta quedar expuesto al sol, prefiere pasar desapercibido en la sombra. Tiene hasta 14 cm de longitud y su plumaje es una mezcla críptica de tonos marrones y un azulado grisáceo, salpicado de motas oscuras, por tanto es ideal para camuflarse en la vegetación. En nuestra zona es un ave exclusivamente invernante que llega desde los países centroeuropeos, las aves reproductoras del norte de la Península Ibérica son sedentarias. Es un ave insectívora que en el escondite fotográfico consumió algún tenebrio pero prefería deambular por el suelo al amparo de los romeros en busca de pequeños insectos, aunque también se acercó a beber, eso sí en la sombra. ¡No es amigo de los focos!


Acentor común (Prunella modularis)


Este es un pequeño resumen de dos jornadas otoñales escondido en el aguardo observando y  fotografiando aves, el 23 de octubre y el 4 de noviembre de 2022. Es muy recomendable acceder a uno de estos hides fotográficos para poder observar y fotografiar las tímidas aves de nuestros bosques y montañas. Si el naturalista es capaz de olvidarse de las aves raras o de las grandes y espectaculares, si el aficionado a la fotografía relega el estrés de conseguir la foto ideal, de la especie magnífica, con la pose y el fondo soñados, es cuando el amante da la naturaleza puede disfrutar de la cercanía de unas aves que aunque generalmente son comunes, también son esquivas. Sentado en silencio se puede admirar con detalle desde la belleza del plumaje críptico de la totovía, la espectacular cresta del capuchino removida por el viento, hasta los movimientos nerviosos de un zorzal




Estos son solo pequeños ejemplos de los innumerables detalles con los que podría extender esta crónica, intentado describir la belleza de las aves comunes del interior valenciano, pero como estamos en tiempos de imágenes impactantes y poca prosa, será mejor dejar aquí este pequeño relato ilustrado. Solo me resta dar las gracias a Salva Llavata y a Raúl de Turia Hides.

 

Referencias y bibliografía:

https://www.turiahides.com/

Mateo, G., Gómez, C. (2003). “Adiciones al catálogo de flora de las comarcas valencianas de los Serranos y Ademuz, I. Flora Montiberica 24: 19-26 (IX-2003)

https://rua.ua.es/dspace/bitstream/10045/121337/1/CuadBio_62_01.pdf

 

Texto y fotos de Rafa Muñoz, 2022.