Cielos grises, el silencio y un halcón

Halcón peregrino


Requena 11 de febrero 2024

Seguimos con un invierno suave pero muy seco y eso se nota en la naturaleza de la comarca de Requena-Utiel. Hacía muchos días que no me perdía dentro de los cañones del río Magro a su paso por el término de Requena y aproveché esa mañana para comprobar su pulso natural.

Los pinares nunca han sido lugares con mucha biodiversidad, además la que hay es esquiva y cuesta observarla dentro del bosque. Sin embargo, si se camina en silencio se suele escuchar el canto de las pequeñas aves de la foresta, pero esa mañana gris todo era un inmenso silencio a pesar de caminar un largo kilómetro a orillas del río. El primer signo de vida fue el canto de un pinzón (Fringilla coelebs), con suerte y paciencia pude observar otro individuo unos metros más adelante, y… de nuevo el silencio.

Requena, río Magro, Arxiu RMiB

Cuando la pista abandona el pinar cerrado al acercarse al cauce del Magro que discurre a la izquierda y mientras a la derecha se alzan unos enormes cortados calizos, de repente una sombra en lo alto del cantil delató un halcón peregrino (Falco peregrinus brookei) cuando se lanzaba al vacío.

Buen seguro que se alejó molesto por mi presencia, un humano aunque camine en silencio es tan ruidoso que espanta todas sus posibles presas que en invierno tampoco abundan. Solo tuve tiempo de observarlo unos breves instantes antes de perderlo de vista, pero fueron suficientes para enfocarlo con los prismáticos y poder identificar su inconfundible silueta. La rapaz voló por encima del roquedo y desapareció, creo que para perderme de vista.

Pito ibérico, Arxiu RMiB

Curiosamente, en ese instante en el bosque resonó una estruendosa risotada, era el “relincho” de un pito ibérico (Picus sharpei) que probablemente se alegraba de la marcha del halcón, porque cuando la rapaz está inmóvil en su posadero se convierte en una amenaza para todas las aves.

Avanzaba la mañana y al cielo gris se le sumó el viento, el silencio volvió a envolver las cárcavas del río Magro. Alguna avecilla osó dejarse ver, un par de zorzales (Turdus viscivorus) y (Turdus philomelos). De nuevo el silencio hasta que lo rompió el mirlo (Turdus merula), es el vigilante del bosque que generosamente lanza su grito de alarma para avisar a todo el bosque de mi presencia. Sin dejarse ver oí el reclamo de contacto de un grupo de mitos (Aegithalos caudatus), ellos se dedican a vagar entre las ramas de los pinos rebuscando pequeñas golosinas en forma de pulgones y ácaros que prosperan en las yemas tiernas de los pinos.


Halcón peregrino, Arxiu RMiB


De regreso a la aldea, en lo alto de un majano agitaba su cola un colirrojo tizón (Phoenicurus ochruros) tan gris como la mañana. Más delante, en un pequeño charco en medio de la pista rodeado por  viñedos dormidos bebía nervioso un grupo jilgueros (Carduelis carduelis), pardillos (Linaria cannabina mediterranea) y verdecillos (Serinus serinus).

Son solo unos breves momentos de contacto con la esquiva biodiversidad de estas tierras en invierno, pero en realidad el naturalista agradece la soledad de la naturaleza salpicada de esos breves contactos con las aves. A pesar de vivir un invierno fallido sin heladas, los cielos cubiertos y las jornadas ventosas se empeñan en mantener adormecidas las campiñas del interior valenciano para recordarnos que seguimos estando en los meses fríos.

 

Texto y fotos de Rafa Muñoz, Arxiu RMiB. 

Invierno en los cañones del río Magro, Requena, Arxiu RMiB


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