20.01.08
Empezó el día fresquito con 0º C, quedé a las 8 de la mañana con Rafa López en la balsa de El Pontón. A lo habitual de las últimas jornadas, avefrías (Vanellus vanellus), zampullines chicos (Tachybaptus ruficollis) y una garza real (Ardea cinerea) se le añadió hoy un macho de pato colorado (Netta rufina) mientras una perdiz (Alectoris rufa) cantaba entre viñas anunciando el próximo comienzo de sus amoríos.
Después nos dirigimos a la cuadrícula de 10x10 km de
Poco después cogimos el coche y nos acercamos a los cañones del río Magro. El comienzo del recorrido fue espectacular por la densidad de especies. A cada paso parábamos para observar entre los pinos mitos (Aegithalos caudatus), carboneros garrapinos (Periparus ater), petirrojos (Erithacus rubecula), un reyezuelo listado (Regulus ignicapilla), currucas rabilargas (Sylvia undata), pinzones (Fringilla coelebs) y mosquiteros (Phylloscopus collybita).
Entre la vegetación del río se veían ruiseñores bastardos (Cettia cetti), chochines (Troglodytes troglodytes), lavanderas cascadeñas (Motacilla cinerea), un martín pescador (Alcedo atthis), una garza real (Ardea cinerea), gallinetas (Gallinula chloropus) y ánades azulones (Anas platyrhynchos).
Cabra montés (Capra pyrenaica) sobre los cintos del Magro. enero 2008.
En los cortados rocosos observamos un adulto de águila real (Aquila chrysaetos) volando pegado a la pared, parecía tocarla con la punta de las plumas de la mano como queriendo decir “esta es mi casa, toda mía”. En lo más alto del cinto, a lo lejos, dos cabras monteses (Capra pyrenaica) ramoneaban indiferentes.
Grandes bandos de palomas torcaces (Columba palumbus) se levantaban a nuestro paso, seguro que preparan su viaje al norte si es que no están ya en ello. Ya de regreso y con el sol obligándonos a quitarnos ropa sorprendimos a un grupito de 3 lúganos (Carduelis spinus) comiendo con avidez. Los teníamos a menos de
Los cuervos al alejarse demostraron que todo había sido un juego para ellos. Empezaron a volar paralelos, muy juntos, y el que estaba abajo se daba la vuelta, panza arriba para tocar a su compañero. Sin duda ellos también estaban de amores. Al atardecer pude disfrutar desde casa con los coloridos de otro invernante que pronto marchará, un estornino pinto (Sturnus vulgaris) del que os adjunto una foto para que podáis disfrutar de sus estallidos de tonos.
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