Río Cabriel: el paisaje invernal del agua

 

Río Cabriel, Arxiu RMiB

Este blog suele poner foco en intentar reflejar la biodiversidad de las aves que viven en el interior valenciano. Ello tiene el inconveniente que suele perder de vista otros aspectos de la naturaleza tan importantes como son la vegetación, la vida acuática o el paisaje.


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Este invierno he recorrido algunos tramos del río Cabriel a su paso por el municipio de Requena. Es una zona muy bella que generalmente no disfruta con plenitud un naturalista que esté pendiente de las aves que viven dentro de este magnífico bosque de ribera que escolta de un río puro.


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Recorrer sus orillas en invierno puede parecer algo más triste de lo que sería habitual, porque la mayoría de la vegetación ha perdido sus hojas, lo que reduce el cromatismo del paisaje.

 

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Intentaré transmitir que esa hipótesis es un error, aunque es obligado hacer una salvedad, antes de planificar el recorrido conviene consultar la meteorología, en este valle puede acantonarse prolongadamente una espesa niebla que restaría deleite a una visita invernal.


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En invierno aunque se pierden algunas tonalidades, aumenta la intensidad de otras. Impactan los verdes limpios de las coníferas y las coscojas, los infinitos tonos azulados de estas aguas puras que contrastan con el ocre de una vegetación palustre en estado latente.


Río Cabriel, Arxiu RMiB

Quizás esta sea la época ideal para realizar un paseo sosegado que permita prestar atención a detalles más sutiles. Un ejemplo: con la ayuda de una pequeña cámara de acción sumergible podremos asomarnos a un mundo desconocido, el interior del río.


Río Cabriel, Arxiu RMiB


Las limitaciones de esta técnica son muchas, solo podremos aspirar a obtener una toma efímera, un reflejo fugaz que pueda ayudarnos a comprender los cambiantes volúmenes que dibuja la luz tamizada por el agua, recortada por sombras ondulantes de una vegetación mecida por la corriente. 


Nutria (Lutra lutra), Arxiu RMiB


Con estas fotos y un poco de imaginación podremos llegar a suponer cómo serán las aventuras diarias de la vida que bulle allí dentro, como la de una esquiva nutria (Lutra lutra).


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Si centramos la mirada en lo pequeño podremos descubrir las increíbles texturas que aporta un pequeño manantial sulfuroso. Sus aguas cálidas, cargadas de minerales disueltos, tintan el regato de tonalidades lechosas. No olvidemos que aquí mismo hay añosos balnearios termales que siguen activos. 


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Al contrario, si abrimos el angular de la mirada y el día acompaña, descubriremos un cielo con un azul que solo encontraremos en lugares limpios y alejados de nuestras ciudades.

 

Valle del Cabriel, Requena, Arxiu RMiB


Si las nubes se prestan al juego de tamizar el azul dominante, descubriremos lienzos únicos, instantes para colgar en un rincón de nuestra alma.


Valle del Cabriel, Requena, Arxiu RMiB


Si el aficionado a la naturaleza no tiene bastante con todo lo dicho anteriormente, este valle también esconde magia en la textura de sus tierras. Las diferentes combinaciones geológicas, de yesos con calizas, diseñan una paleta de colores singular en la que el verde perpetuo de las coníferas añade el contraste, como el que aporta a una obra maestra un elegante marco.


Río Cabriel, Requena, Arxiu RMiB


Uno de los mayores deleites de caminar solo es que puedes diluir el yo consciente, en estos entornos casi primigenios y salvajes. Este éxtasis solo se consigue al abrir todos los sentidos, centrarlos en intentar absorber toda esta naturaleza.

Al acabar la ruta, cuando regresa la consciencia de lo cotidiano, lo apropiado sería musitar una breve oración a todos los dioses que seamos capaces de inventar, despertarlos un instante de la nada para que eviten que toda esta belleza pueda perderse.


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Fotos realizadas el cinco de enero de 2022, durante un transecto invernal desde Fuente Podrida hasta las casas del Saladar, en Requena, en la orilla valenciana del río Cabriel.


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Texto y fotos de Rafa Muñoz.

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