21.12.08
Amanece un domingo gélido, los 4º bajo cero hacen que una capa de hielo cubra todo. Comienzo los recorridos de 15 minutos para realizar el censo de Aves Invernantes de SEO/BirdLife en los pinares de Montenegro, en La Portera (Requena). Empiezo un poco más lejos de lo previsto para evitar un grupo de cazadores y sus perros que bajan de sus coches como "Rambos" invernales, por suerte pronto me alejo de sus esporádicos disparos y de los continuos ladridos de sus realas.
Un kilómetro más lejos me bajo yo, cargo con mis prismáticos, mi catalejo KOWA, su trípode, a mi espalda una mochila con la cámara y el teleobjetivo. En mi bolsillo mi inseparable cuaderno de campo. Al principio muy poco, un zorzal común (Turdus philomelos) huye despavorido y unos metros más adelante desde lo alto de un pino un zorzal charlo (Turdus viscivorus) otea un viña cercana.
Me acerco al río Magro, donde sus aguas han cortado la sierra de Cabrillas. El sol apenas ha levantado y el hielo hace que no tenga nada que llevarme a la vista. Pronto llego a orillas del río y una lavandera cascadeña (Motacilla cinerea) mueve nerviosa su cola de arriba abajo y se aleja de mi presencia. Un petirrojo (Erithacus rubecula) sale del interior de una coscoja para verme y vuelve a esconderse. Enseguida llego a un recodo del río al pie de un cortado allí empieza a dar el sol y la temperatura más agradable hace que se concentren las aves de la zona que entran y salen de los matorrales buscando algo que comer y aprovechan para solearse un poco. Los primeros que se dejan ver dos chochines (Troglodytes troglodytes), casi a la vez aparecen dos herrerillos comunes (Cyanistes caeruleus), no puedo moverme porque en ese rincón deben de estar todas los paseriformes de la zona. Un leve chasquido y más allá otro petirrojo (Erithacus rubecula), en un pino unos metros más arriba, a media ladera, dos reyezuelos listados (Regulus ignicapilla) uno de ellos revolotea tras un insecto que se ha levantado al verlo llegar.
Casi sin ganas continúo tengo que volver a la sombra, al hielo, pero en el siguiente recodo de nuevo el sol. Allí mismo al abrigo de un lentisco se soleaban 4 perdices (Alectoris rufa). Estas son autóctonas, saben que estamos con la veda abierta y prefieren zonas espesas y poco transitadas donde es más fácil encontrar predadores que las sorprendan pero también es más fácil huir de los cazadores y de sus escopetas que son más abundantes.
Un poco más y levanto dos ánades reales (Anas platyrhynchos) mientras en un pino una ardilla (Sciurus vulgaris) chasquea con desagrado ante mi presencia, agita la cola sin alejarse de mi. Continúo ahora a los pies de un cinto de piedra enorme, unos metros más y sale del río un coromorán grande (Phalacrocorax carbo), casi enseguida una garza real (Ardea cinerea) en la misma dirección. En las orillas las pastan gallinetas (Gallinula chloropus) y dos mosquiteros comunes (Phylloscopus collybita) revolotean muy cerca. Pienso que dos aves tan grandes como el cormorán y la garza bien podrían ser una presa apetecible para las reinas de estos riscos, una pareja de águilas reales (Aquila chrysaetos) y como si me hubiera oído, allá en lo alto descubro el planeo de una de ellas. Aparenta rozar las paredes calizas con la punta de sus primarias recorriendo todo el cortado. Una cabra montés (Capra pyrenaica) que me observaba desde lo alto se retira cuando ve acercarse a la reina.
28.12.08
Este domingo amanece gris plomizo con un cielo amenazante de lluvia, en cambio la temperatura son unos soportables 3º sobre cero. Es el segundo día consecutivo que no ha helado y ello hace que hasta en las umbrías se hayan fundido las placas de hielo. Hoy el recorrido elegido empieza en el alto de la Cruz de Cofrentes. Hace ya 11 años que estos pinares fueron víctimas de un incendio provocado por un rayo que cayó en Hórtola y que casi llega a la Herrada del Gallego. Ahora el suelo es una espesa capa de pimpollos y coscojas, casi impenetrable para los que caminamos de pie.
Enseguida sorprendo un enorme bando de pinzones vulgares (Fringilla coelebs) revolotea en la ladera de enfrente, no bajarán de los 50 ejemplares. Sigo mi camino por la cresta y las “risas” de pito real (Picus viridis) delatan a un ejemplar que no llego a ver. Currucas rabilargas (Sylvia undata) y mirlos (Turdus merula) son las únicas especies que más que ver adivino ocultándose a mi paso en otra coscoja más alejada.
Por un momento unas viñas desnudas salpicadas de algunas de oliveras cambian la vegetación dominante, enfrente bastante lejos adivino siluetas de aves sobre unos desnudos almendros perdidos. Con el telescopio empiezo a observar, 3 zorzales alirrojos (Turdus iliacus), a la derecha un zorzal real (Turdus pilaris), detrás en la copa de un pino 3 zorzales charlos (Turdus viscivorus). A la derecha pinzones vulgares (Fringilla coelebs), pardillos (Carduelis cannabina) y gorriones chillones (Petronia petronia). A la izquierda agrupados un bandito de estorninos negros(Sturnus unicolor). Pero muy cerca de mi entre las oliveras dos colirrojos tizones (Phoenicurus ochruros) y un petirrojo (Erithacus rubecula). Oigo un carbonero común (Parus major) detrás, también muy cerca pero no pierdo el tiempo con él. De repente todo el grupo se levanta y se aleja, sospecho que algún peligro los ha espantado a todos de golpe. Las aves aprovechan esta época del año para formar enormes grupos mixtos, con ellos suman ojos con los que evitar peligros. Busco alguna rapaz por la zona pero enseguida oigo los perros de un cazador y entiendo lo que las ha espantado.
Mi recorrido me lleva ahora ladera abajo, dentro del pinar, árboles de más de 30 años pero con estos suelos pobres y la poca agua que cae no han podido crecer mucho. Muy poco movimiento de aves como en el espeso monte bajo, alguna curruca rabilarga (Sylvia undata), algún mirlo (Turdus merula) y una solitaria paloma torcaz (Columba palumbus). Después de un buen rato un grupo de mitos (Aegithalos caudatus) revolotean a escasos centímetros de mi entre las ramas. Luego silencio y a continuar el camino.
Unos largos minutos después y de nuevo el suave reclamo de otros páridos, en este caso un par de reyezuelos listados (Regulus ignicapilla), pero estos son más tímidos y no se dejan acercar tanto, pruebo a moverme despacio intentando adivinar el próximo pino que van a explorar, tengo suerte, son apenas 10 segundos los que se deja ver pero entre los reyezuelos listados va como mínimo otro reyezuelo, en este caso uno sencillo (Regulus regulus). Estos últimos solo durante los inviernos y no todos se dejan ver en esta zona.
Bordeo una viña aislada entre el pinar, la penuria del siglo pasado hizo que los agricultores de la zona trabajaran plantando cepas en las tierras de los más ricos y estos a cambio les cedían los terrenos marginales, en los límites. Así por unas jornadas de trabajo podían ir acumulando pequeñas tablas dispersas para ellos plantar allí sus propias viñas. Aquí aprovecharon un pequeño llano entre vallejos. Pensando en ellos bajo un pino encuentro una zorra (Vulpes vulpes) muerta recientemente, no está descompuesta ni la han comido otros animales, está contraída con su espeso pelaje inviernal como tapándola como una manta. No pierdo tiempo intentando averiguar si un disparo es el culpable de su fin.
Por fin fuente Melada, donde me había propuesto llegar, pero monte a través, siguiendo las trochas de las sacas de madera. Desde lejos observo aves sobre las ramas desnudas de los olmos muertos. Con el catalejo veo dos picogordos (Coccothraustes coccothraustes) y 4 piquituertos (Loxia curvirostra) con sus plumajes nupciales rojos y amarillos esperan las cosechas de piñones invernales para ponerse a críar dentro de muy poco. El cielo está más negro y un fino “calabobos” empieza a enturbiar el paisaje, apreto el paso, me queda un largo trecho hasta el coche.
Mensaje de Rafa Muñoz en el FORO SVO Aves.
Fotos de Ximo Seguí y de Rafa Muñoz, FONS FOTOGRÀFIC SVO.
Enseguida sorprendo un enorme bando de pinzones vulgares (Fringilla coelebs) revolotea en la ladera de enfrente, no bajarán de los 50 ejemplares. Sigo mi camino por la cresta y las “risas” de pito real (Picus viridis) delatan a un ejemplar que no llego a ver. Currucas rabilargas (Sylvia undata) y mirlos (Turdus merula) son las únicas especies que más que ver adivino ocultándose a mi paso en otra coscoja más alejada.
Por un momento unas viñas desnudas salpicadas de algunas de oliveras cambian la vegetación dominante, enfrente bastante lejos adivino siluetas de aves sobre unos desnudos almendros perdidos. Con el telescopio empiezo a observar, 3 zorzales alirrojos (Turdus iliacus), a la derecha un zorzal real (Turdus pilaris), detrás en la copa de un pino 3 zorzales charlos (Turdus viscivorus). A la derecha pinzones vulgares (Fringilla coelebs), pardillos (Carduelis cannabina) y gorriones chillones (Petronia petronia). A la izquierda agrupados un bandito de estorninos negros(Sturnus unicolor). Pero muy cerca de mi entre las oliveras dos colirrojos tizones (Phoenicurus ochruros) y un petirrojo (Erithacus rubecula). Oigo un carbonero común (Parus major) detrás, también muy cerca pero no pierdo el tiempo con él. De repente todo el grupo se levanta y se aleja, sospecho que algún peligro los ha espantado a todos de golpe. Las aves aprovechan esta época del año para formar enormes grupos mixtos, con ellos suman ojos con los que evitar peligros. Busco alguna rapaz por la zona pero enseguida oigo los perros de un cazador y entiendo lo que las ha espantado.
Mi recorrido me lleva ahora ladera abajo, dentro del pinar, árboles de más de 30 años pero con estos suelos pobres y la poca agua que cae no han podido crecer mucho. Muy poco movimiento de aves como en el espeso monte bajo, alguna curruca rabilarga (Sylvia undata), algún mirlo (Turdus merula) y una solitaria paloma torcaz (Columba palumbus). Después de un buen rato un grupo de mitos (Aegithalos caudatus) revolotean a escasos centímetros de mi entre las ramas. Luego silencio y a continuar el camino.
Unos largos minutos después y de nuevo el suave reclamo de otros páridos, en este caso un par de reyezuelos listados (Regulus ignicapilla), pero estos son más tímidos y no se dejan acercar tanto, pruebo a moverme despacio intentando adivinar el próximo pino que van a explorar, tengo suerte, son apenas 10 segundos los que se deja ver pero entre los reyezuelos listados va como mínimo otro reyezuelo, en este caso uno sencillo (Regulus regulus). Estos últimos solo durante los inviernos y no todos se dejan ver en esta zona.
Bordeo una viña aislada entre el pinar, la penuria del siglo pasado hizo que los agricultores de la zona trabajaran plantando cepas en las tierras de los más ricos y estos a cambio les cedían los terrenos marginales, en los límites. Así por unas jornadas de trabajo podían ir acumulando pequeñas tablas dispersas para ellos plantar allí sus propias viñas. Aquí aprovecharon un pequeño llano entre vallejos. Pensando en ellos bajo un pino encuentro una zorra (Vulpes vulpes) muerta recientemente, no está descompuesta ni la han comido otros animales, está contraída con su espeso pelaje inviernal como tapándola como una manta. No pierdo tiempo intentando averiguar si un disparo es el culpable de su fin.
Por fin fuente Melada, donde me había propuesto llegar, pero monte a través, siguiendo las trochas de las sacas de madera. Desde lejos observo aves sobre las ramas desnudas de los olmos muertos. Con el catalejo veo dos picogordos (Coccothraustes coccothraustes) y 4 piquituertos (Loxia curvirostra) con sus plumajes nupciales rojos y amarillos esperan las cosechas de piñones invernales para ponerse a críar dentro de muy poco. El cielo está más negro y un fino “calabobos” empieza a enturbiar el paisaje, apreto el paso, me queda un largo trecho hasta el coche.
Mensaje de Rafa Muñoz en el FORO SVO Aves.
Fotos de Ximo Seguí y de Rafa Muñoz, FONS FOTOGRÀFIC SVO.
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