UNA GATA MONTÉS Y MUCHAS FAMILIAS DE PÁJAROS


16 y 23 de junio de 2019

Esta segunda quincena de junio solo pude visitar el tramo final del río Magro en el término de Requena los días 16 y 23, estos han sido de días de fuerte calor en los que muchas especies acabarán su temporada de cría mientras otras iniciarán las segundas puestas.

Gato montés (Felis silvestris) un joven en Talayuelas


¡UNA GATA SORPRENDIDA!

Quizás la observación más intensa de estos días la protagonizó una hembra adulta de Gato montés (Felis silvestris). La temperatura de la tarde del día 23 de junio debía rondar los 33° pero gracias al aire solano que soplaba se estaba muy bien. El solano es el nombre con el que en estas tierras requeneras llaman al aire que llega del mar, de levante.

Yo estaba sentado a la sombra de un enorme chopo a orillas del río espiando la vida silvestre de ese rincón cuando un leve movimiento me llamó la atención, giré la cabeza y a 10 metros tenía a una gata en la orilla opuesta, debía bajar a beber y no me había visto, su fino olfato tampoco había podido detectarme gracias al aire solano.

Bosque de chopos en las orillas del río Magro


Me llevé los prismáticos a los ojos y fue entonces cuando me vio, se quedó inmóvil con sus  ojos amarillos increíblemente abiertos mirándome inmóvil, no debía comprender porque no me había detectado. Pensé en bajar los prismáticos y coger la cámara pero comprendí que el más leve movimiento por mi parte provocaría su huida. Fueron unos eternos segundos que permanecí hipnotizado por sus ojos, solo intenté evitar moverme.

La gata reaccionó y comprendió que debía irse, como no percibía una amenaza inminente se agachó, giró la cabeza para memorizar la trocha por eligió su escape y volvió a comprobar que yo no me movía, pegó el cuerpo al suelo para ocultarse con la hierba, se marchó siguiendo el cauce y pude comprobar que todos los pelos de gruesa y corta cola estaban totalmente erizados por la tensión. Tras unos metros paró y se giró para comprobar que yo no la seguía y desapareció para siempre.

Ardilla roja (Sciurus vulgaris)


Unos minutos más tarde una Ardilla roja (Sciurus vulgaris) aprovechó una rama de chopo caída sobre el estrecho cauce para atravesar el río. Desaparecidos los mamíferos me dedique a disfrutar de las persecuciones de machos y hembras de la libélula Calopteryx haemorrhoidalis entre los juncos del Magro.

Calopteryx haemorrhoidalis hembra



LOS PÁJAROS DEL RÍO MAGRO

Las gran mayoría de las aves que viven en los sotos del río Magro son insectívoras las costumbres de algunas permiten observarlas con más facilidad, otras menos pero los  aflautados trinos del Abejaruco europeo (Merpos apiaster) permiten detectar esta especie polícroma que no se dejó ver. Aunque me costó si pude encontrar entre las ramas de los chopos un par de ejemplares de Alondra totovía (Lullula arborea) que cantaban cambiando de posadero cada poco.

Tarabilla común (Saxicola torquatus) 


Era más fácil detectar un Alcaudón común (Lanius senator) que estaba posado en lo alto de escaramujo esperando detectar algún insecto grande que atrapar, alejado unos metros le hacía la competencia un grupo familiar de Tarabilla común (Saxicola torquatus) pero no compiten ya que estas consumen insectos más pequeños.

Sobre una ladera cubierta de pinos volaba un Avión roquero (Ptyonoprogne rupestris) y sobre el cauce una Golondrina común (Hirundo rustica) ambas especies son especialistas en atrapar insectos en vuelo.

Juvenil de Ruiseñor común (Luscinia megarhynchos) 


Dentro de los zarzales que crecen en la orilla se movía otro insectívoro diminuto, un Cetia ruiseñor (Cettia cetti) y muy cerca lo hacía un Ruiseñor común (Luscinia megarhynchos) ambas especies son muy similares pero aparentemente se toleran sin problemas, como el suministro de insectos no es un problema un Zarcero políglota (Hippolais polyglotta) venía al mismo zarzal cuando no le cabían más insectos en el pico se marchaba a cebar a su prole.

Pinzón vulgar (Fringilla coelebs)


Por aquel tramo del bosque de galería también pasaron un Carbonero común (Parus major), un Escribano triguero (Emberiza calandra) y varios ejemplares de Estornino negro (Sturnus unicolor). En esos días de canícula la Oropéndola europea (Oriolus oriolus) ya no emiten su inconfundible canto potente y aflautado pero el amarillo chillón de los machos les delata cuando levantan el vuelo en lo alto del dosel arbóreo, otra especie que ha reducido mucho su actividad canora es el Pinzón vulgar (Fringilla coelebs).

Espiando al gorrión moruno


En otro tramo del río el grupo de Gorrión moruno (Passer hispaniolensis hispaniolensis) va aumentando de tamaño día a día, ahora a los adultos se añaden los pollos de las primeras puestas que ya revolotean independizados. Hice otra espera escondido en uno de los cañares que frecuentan y comprobé que esa mañana la mayoría de los que veían eran hembras y volanderos, poco más se dejó ver en esa zona pero me alegró observar unos segundos un Torcecuellos euroasiático (Jynx torquilla) que paró en las cañas, emitió brevemente su distintivo reclamo y siguió volando, esta especie es la que más me cuesta detectar en el valle de Hortunas.

Gorrión moruno (Passer hispaniolensis hispaniolensis)


Otras especies observadas esas dos jornadas fueron el Cernícalo vulgar (Falco tinnunculus), la Lavandera cascadeña (Motacilla cinerea), el omnipresente Mirlo común (Turdus merula), la Paloma torcaz (Columba palumbus) se van agrupando en bandos para buscar comida y aprovecharse que sumando ojos se facilita la protección de los jóvenes volanderos, el Pico picapinos (Dendrocopos major) ya acabado la cría y toda la familia se mueve entre los chopos pero cada uno por su cuenta, el tímido Pito ibérico (Picus sharpei), solo se deja ver huyendo de mi presencia desde muy lejos, otra especie muy asustadiza es el Zorzal charlo (Turdus viscivorus) por el contrario los grupos familiares de Verderón común (Carduelis chloris) son mucho tranquilos y por tanto localizables.

Zorzal charlo (Turdus viscivorus) 


Texto y fotos de Rafa Muñoz 2019

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